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    Los 50 son los nuevos 30
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Los 50 son los nuevos 30

    Vuelta a casa de mi madre... otra vez

    por Marcos Gandía

    Cada mes, a veces incluso cada semana, llegan a nuestras saturadas pantallas cinematográficas españolas ejemplos de la comedia actual francesa, un género que parece no acusar síntomas de agotamiento, aunque sí de no querer ir (salvo honrosas excepciones, muchas de ellas topándose con voces críticas, talibanes de la maldita corrección política, en nuestro país) más allá de lo convencionalmente probado y de lo que no va a ofender a nadie. Así, igual que la cincuentona de este producto pensado y ejecutado con un molde de probada eficacia, y nula originalidad, se deja caer en el hogar paterno cual okupa, Los 50 son los nuevos 30 busca su huequecito en la cartelera apelando a la simpatía (innegable, eso no vamos a ponerlo en duda), tratando de vivir de rentas, de esos padres que son la comedia popular gala de toda la vida, la de Louis de Funès (sí, ese del que cierta crítica llegó a escribir en un medio de gran tirada que era un humorista de derechas e hijo de la represión de De Gaulle, chúpate esa, María Teresa) y tantos otros practicantes de una corriente que la nouvelle vague trató de silenciar.

    No esperen originalidad en la premisa y en el desarrollo de este juguete cómico que la actriz y directora Valérie Lemercier manufactura más como la base de una pieza casi teatral para la burguesía que va a las grandes salas de los Campos Elíseos parisinos, que como un comentario de texto respecto a la condición femenina o a la condición de aquellos que, pese a estar en la cincuentena, deben regresar al nido familiar. Es cierto que, como juguete vodevilesco y de contraste (los continuos choques entre la protagonista y sus progenitores, antaño jóvenes rebeldes del mayo del 68 y ya enseguida émulos de Pablo Iglesias e Irene Montero), la película funciona, pese a que ya hayamos visto todo esto cientos de veces (es verdad que algunas de ella mejor no haberlas visto jamás: Novia por contrato). Hay cierta amargura en esta colleja al infantilismo de toda una generación y de todo un sistema que ha criado parásitos inmaduros, que prefiere enterrar la cabeza cual avestruces ante cualquier problema; poca, pero la hay.

    Y, esto es lo peor, existe un giro en el argumento (la entrada en acción del cocinero de origen portugués) que cambia el tono del film adentrándose en esa comedia romántica que no acaba nunca de aportar nada, que tiene los peores tics y que resta en vez de sumar. Quedémonos, pues, con lo que hemos visto, y reído, hasta el momento. 

    A favor: Su corpus de comedia pura y, a ratos, nada complaciente. 

    En contra: La entrada de los elementos, sobados, románticos. 

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