Personalmente, adoro el cine de Wim Wenders. Su filmografía cuenta con auténtica sobras maestras del cine, como ‘París, Texas’ o ‘El cielo sobre Berlín’. Sin embrago, con ‘Relámpago sobre agua’ no puedo decir lo mismo. Me es imposible. Y realmente lo lamento mucho porque creía que algo hecho por Wenders y Ray, podría dar lugar a un filme de gran calidad.
Es interesante ver cómo, formalmente, se va entremezclando el celuloide con el vídeo. Unas imágenes nítidas, bien planteadas y las otras, sucias y difuminadas. En algunas entrevistas, el propio Wenders comentó que esta elección tenía su razón de ser en manifestar el estado de salud de Nicholas Ray. Sinceramente, me creo dicho pretexto y lo considero legítimo e interesante.
Eso sí, lo que ya no me creo o se me hace muy complicado de ver, es el carácter pretencioso a la hora de mostrar como la muerte va consumiendo poco a poco a Nicholas Ray. Da la sensación de que el director alemán adopta una estrategia oportunista para filmar dicha situación. Además, se supone que el protagonista ha de ser Ray, y más bien parece ser un mero objeto, o más bien, y lamento si alguien se ofende al expresarme de dicho modo, ya el cadáver futuro en el que se convertirá. Y para mí, y sin ser un erudito del análisis fílmico, y sin tampoco pretender serlo, esto me ha irritado como espectador. Es decir, parece que la cámara de Wenders es imprescindible para seguir dotando de vida al cuerpo de Ray. Obviamente, este hecho manifiesta cierto halo de narcisismo y egoísmo que no se ve en otras películas del director alemán.
Sin embrago, lo que sí me ha emocionado ha sido ver como el propio Nicholas Ray, acepta ser filmado en los últimos coletazos de su vida. Un artista que fallece con las botas puestas. Aportando, hasta el último suspiro, al arte que tanto le ha dado y, sobre todo, nos ha dado a los espectadores. Al final del filme, Wenders cumple el último deseo de Ray, o al menos lo hace aparentemente, lo cual carga de emotividad a todo el relato. Pero nada más lejos de la realidad, Wenders lo estropea todo, volviendo a limitar su mirada no más allá de su ombligo.
Poco más se puede comentar de este filme. En mi opinión muy decepcionante. Ray se merecía una despedida a la altura de su carrera y legado para el séptimo arte y no esto. La primera media hora del documental promete algo que finalmente no cumple. Y creo que, esta premisa, el cumplir aquello que se promete, es vital para que el espectador aprecia una película. De no ser así, el resultado es una obra vacía, un espectador cabreado y/o decepcionado y un artista poco profesional. Eso es ‘Relámpago sobre agua’.