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    Lean On Pete
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Lean On Pete

    Dos cabalgan juntos

    por Marcos Gandía

    Cineasta que, entre muchas otras virtudes, supo plasmar en imágenes ese doloroso tránsito de la niñez a la madurez, congelar ese preciso instante en el cual se pierde la inocencia y es sustituida por una falsa piel de escepticismo que irá curtiéndose y endureciéndose día a día, año a año, Alexander Mackendrick firmó una curiosa road movie infantil que fue masacrada por la crítica e ignorada por el público, no solamente en su época, sino incluso hace cuatro telediarios: Sammy, huida al sur. Precisamente es una huida la que marca la acción de Lean on Pete, una huida física (la del muchacho y su caballo de carreras, ambos con un futuro incierto pendiendo sobre ellos cual espada de Damocles) pero todavía más de tipo anímica, psicológica: la del niño que, sin proponérselo, sin ser consciente de ello, escapa de su infancia para acabar perdido en las dudas y arribado a la terrorífica edad adulta.

    Rodada casi siempre utilizando planos generales que marcan esa situación de desorientación y desamparo del muchacho y su equino compañero, Lean on Pete hace del intimismo su marca de estilo, porque no hay nada más íntimo que el de unas figuras recortadas en el horizonte o un silencio entre dos. Sostenida en la casi mágica interpretación de Charlie Plummer, que parece pasar de niño a adolescente, de adolescente a hombre hecho y derecho, en tiempo real mientras le seguimos en su periplo, la película es (por supuesto) mucho más que un viaje iniciático o una historia de amistad entre chaval y animal. Es una poderosa comunión entre Naturaleza y seres vivientes, dotada a veces de esa fuerza visual metafórica y alegórica del primer Terrence Malick, del Kurosawa de Dersu Uzala o del Nicolas Roeg de Walkabout.

    Y no casualmente, igual que la obra maestra de Roeg inspirara al brillante y más que amateur cortometraje de Steven Spielberg Amblin, firmante años después de War Horse, Lean on Pete parece recoger la luz (anímica y paisajística) del autor de Loca evasión para enmarcar esta odisea vital. Un buen ejemplo de eso que se viene a llamar americana, a la cual uno le pondría una banda sonora de Aaron Copland y una cita de Nicholas Ray, el santo patrón de los perdedores, de los que huyen de sí mismos porque es necesario hacerlo de un mundo donde no hay sitio para niños, caballos y donde el valor de la amistad se halla en entredicho.

    A favor: Esa estremecedora belleza interior que posee.

    En contra: Que el espectador se impaciente o se quede en lo superficial.

     

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