Corruptelas del comunismo
por Paula Arantzazu RuizMerece ser digno de estudio cómo el cine de los países del antiguo bloque soviético ha encarado el revisionismo de esa época en las ficciones contemporáneas. Por supuesto, los enfoques y las formas son tan variadas como los puntos de vista, y enmarcadas en esa tendencia encontramos producciones tan diversas como La vida de los otros (2006), de Florian Henckel, The Autobiography of Nicolas Ceausescu (2010), el monumental trabajo de found footage de Andrei Ujica, o Ida (2013), del también veterano Pawel Pawlikowski; todas ellas cintas que cuestionan la historia oficial de su país, no sin las consecuentes controversias. Bajo esos parámetros, aunque con un tono algo más acomodaticio, encontramos ahora La profesora, en la que el checo Jan Hrebejk decide ahondar en las corruptelas cotidianas del régimen de la otrora Checoslovaquia con la figura de una maestra como cristalizadora de un sistema podrido hasta el tuétano.
Hrebejk trenza muy hábilmente y con notable artesanía cinematográfica un arranque narrativo en el que expone el nudo dramático de la película: mediante un montaje en paralelo, vemos a la nueva profesora pasando lista a sus alumnos y preguntándoles, tras su nombre, a qué se dedican sus padres, mientras que en el otro plano de acción la directora de ese centro escolar ha mandado reunir a los padres de los estudiantes con carácter de urgencia para debatir los problemas que los métodos de la profesora ha despertado entre las familias de esa escuela. Poco después sabremos que nos encontramos en 1983 y que la maestra en cuestión, Maria Drazdechova, ha comenzado a extorsionar a los progenitores so pena de que las notas de los chavales bajen de manera escandalosa. Hasta que la tragedia hace acto de presencia. No obstante, ni siquiera la aparición de la muerte en escena consigue dotar de mordacidad este retrato del abuso de poder, más preocupado en no cargar las tintas que en reflejar esa corrupción diaria a la que la gente común estaba sometida y aceptaba, de mejor o peor gana, con el fin de sobrevivir sin hacerse notar demasiado.
En esa línea, la del perfil amable que apenas sobresale, se sitúa el filme de Hrebejk, cuyo colorista retrato de la sociedad checoslovaca de los 80 no acaba de encajar del todo con la denuncia que propone la premisa de la cinta. Aún y así, el modo en que expone el sistema de favores y recompensas, presiones y miedos, que en su día sirvió para que ciertas personas se mantuvieran en el poder sirve para recordarnos que por mucho que el tiempo pase y los regímenes caigan, hay modus operandi que jamás se extinguirán.
A favor: Su retrato de las clases sociales de la sociedad checoslovaca ochentera.
En contra: Que su denuncia de los tejemanejes de los corruptos no tenga toda la fuerza que promete el filme.