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    La reina Victoria y Abdul
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    La reina Victoria y Abdul

    Política apta para todos los públicos

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Pocas dudas hay sobre la condición privilegiada de Judi Dench en la gran familia del cine británico: sólo ella podía ponerle rostro a la gran Reina Victoria, tal vez la más matriarca de todas cuantas ha dado la corona del Reino Unido; casa real, por otra parte, no escasa en monarcas con carisma a lo largo de su historia. Porque Dench posee como pocas actrices esa facilidad para bascular entre el gesto duro y el tierno, y su mirada parece aún repleta de curiosidad por las cosas. Así, de hecho, es su manera de entender a la aristócrata en La reina Victoria y Abdul, nueva incursión en los pasillos palaciegos de Stephen Frears tras La reina (2006), aunque trabajo de diferentes intenciones y distintos resultados. 

    De manera clara y meridiana: Frears ha aprovechado una historia de cariñosa simpatía (o de enamoramiento calmado, porque el alcance de los sentimientos no queda demasiado claro) entre Victoria y el hindú Abdul Karim –quien acabó convertido en su sirviente y en su munshi, suerte de maestro espiritual– para modular un discurso anti-Brexit para todos los públicos. Frears no oculta en ningún momento que pretende establecer paralelismos entre la xenofobia de entonces y la de ahora, y aunque algo más de sutileza y austeridad emocional no le hubiera ido mal a la película, no es de recibo olvidar que discursos como el suyo recuerdan lo importante que es mirar atrás para encarar con asideros estables el futuro. Frears es sumamente eficaz, pero quienes esperen más músculo creativo tendrán que conformarse con un trabajo ciertamente poco ambicioso en ese aspecto. 

    A favor: La suntuosidad de la producción (a todo lujo), y Judi Dench. 

    En contra: Que la relación entre Victoria y Abdul quede a veces algo infantilizada.

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