Película española del 2021, de una duración de 112 minutos, con valoración de 6/10, bajo dirección de Marcel Barrena y guión de Danielle Schleif. con un presupuesto de 5 millones Docudrama, basada en la génesis de la ONG de salvamento marino Open Arms.
Dos socorristas Óscar (Eduard Fernández) y Gerard (Dani Rovira), deciden ir a la isla de Lesbos, en Grecia en 2015, ante las noticia he imágenes de huida de población por la guerra.
La pelicula da su primer paso, bajo la famosa impactante imagen del niño Aylan Kurdi, en el que impacta como crochet, en el jefe de una empresa de socorrismo catalana, Oscar Camps decide implicarse en ayudar en el salvamento marino de migrantes ante la premonitoria gravedad masiva de población vulnerable.
Pero a su llegada a la isla, el panorama que se encuentra, es mucho peor que lo que habían imaginado.
Marcel Barrena afronta estrñe filme encuadrado en hechos reales en el que se mezcla una historia de orígenes y personal, la de su compañía Proactiva, con la de un drama social marcadamente de denuncia sobre la situación migratoria en la Union Europea.
El camino de descubrimiento de lo que ocurre en Lesbos se convierte en un obsesivo reto personal de Camps en quedarse en la zona, ayudando llegar a la orilla a cientos de personas abandonadas a su suerte en la aproximación a la costa.
Mediterráneo es una producción competente con varias cualidades, empeñada en querer contar las cosas bien, con suficiente mimo emocional. Se mete de lleno en el agua y no suaviza prácticamente nada, siendo capaz de tener equilibrio paritario entre señalar lo que pasa, y el impacto para no someterse a cierto morbo del horror y la frialdad politico-social.
Y luego están algunas cuestiones problemáticas que plantea el proyecto de partida, a las que hay que decidir qué importancia se le dan a la hora de valorar la película o si incluso deberían estar en esta reseña.
Detrás de Mediterráneo hay un problema ontológico, casi ajeno a Marcel Barrena y su equipo. Está la inevitable sensación de que hemos tenido que venir nosotros a contar lo buenos que somos para que hagamos caso al drama que tenemos al lado (aunque no tan cerca como para señalar a las autoridades españolas o marroquíes).
Al final, aunque se quieran introducir otros protagonistas no europeos, como el personaje de una médico siria, esta es la historia de Oscar Camps y de cómo se llegó a fundar Open Arms. La historia personal, con sus problemas familiares, sus contradicciones y su ración de modismos norteamericanos. Es decir, es una historia de siempre y desde nuestro lado, de cómo observamos el drama ajeno y qué hacemos ante él.
La propia película parece ser consciente del problema, de sus contradicciones de fondo y de la derrota de todos al no poder contar una realidad un poco más desde el punto de vista del que la sufre. En una determinada secuencia de la película, el personaje del fotógrafo Santi Palacios (Álex Monner) explica que a la gente en Europa le da miedo la pobreza que no quieren ver. Pero si ven alguien como ellos, como Camps, denunciando la situación, igual sí hacen caso. El personaje de Eduard Fernández nos dice también que no quiere ser el protagonista, pero lo es.
Aunque se pueda argumentar que la película no tiene la culpa de que el mundo esté hecho así, es cierto que lo acepta y lo explota para hacer un producto comercial. No venimos a descubrir ni a negar a nadie que esto del cine también es un negocio del que comen personas, pero no nos olvidemos tampoco del fondo. Aunque su mensaje sea con la mejor de las intenciones y válgame el dar lecciones desde un ordenador, no hace menos cierto que su punto de vista es problemático y que estaría bien tenerlo en cuenta cuando nos de por darnos palmaditas en la espalda.
Si aceptamos de forma conservadora o si somos realistas, dirían algunos que necesitamos una cierta narrativa del héroe y su ración de empatía con un personaje poliédrico para contar esta historia, Mediterráneo funciona bien. Sus tramas personales son creíbles, la sucesión de hechos está bien contada y sus escenas inmersas en las aguas del mar tienen la fuerza y tensión como para quedarse encogido en la butaca todo lo que duran. Incluso se atreve a denunciar directamente la inacción de la Unión Europea. Talvez como película le sobra tener menos aire escénico documental, y le falte mas dialogo no interiorizando con tanta mirada interior critica.
El aplauso que está teniendo y tendrá el esfuerzo de dirección, coordinación, producción y de pura inmersión en el mundo de estos socorristas es al final merecido. En cuanto a las interpretaciones, Fernández y Castillo aparte, merece atención también, por diferente, lo que hace Dani Rovira, que cumple con su segundo papel claramente dramático.