"American Psycho" es un interesante thriller basado en la obra homónima de Bret Easton Ellis, dirigido por Mary Harron y protagonizado por Christian Bale. La historia narra los crímenes de un hombre, del tipo que los sociólogos y psicólogos han llamado yuppie, un individuo de entre 20 y 30 años recién egresado de la universidad, soltero, atractivo, con un gran salario, amante de la tecnología y muy megalómano. Patrick Bateman (Bale) es un claro ejemplo de este tipo de individuos, exitosos, pero con un gran vacío existencial, altamente materialista, con la desfachatez de poder hacer lo que se le antoje por el dinero que posee, como contratar, humillar y asesinar prostitutas, y matar a sus compañeros de trabajo solamente porque su tarjeta de presentación tiene un mejor diseño. Buen trabajo el de Mary Harron sobre todo teniendo en cuenta que no es fácil adaptar una novela como la de Bret Easton Ellis a la pantalla. Novela interesante y peculiar dónde las haya.
Tenía grandes expectativas de este film pero lo cierto es que no cabe duda que esta película es lo que es gracias a Christian Bale, quién se echó al hombro todo el peso, incluyendo no solo la actuación sino el ritmo de la cinta con esos momentos verdaderamente tenebrosos como cuando asesina prostitutas, las persigue desnudo solo con zapatillas deportivas y una motosierra o cuando da una clase de crítica musical sobre Phil Collins. Bajo esa mirada, como algunos ya opinaron, sino fuera por Bale la película hubiese pasado inadvertida. Sin embargo, hay que reconocer que Bale supo, directa o indirectamente desde la influencia del director, plasmar un personaje escalofriante, frío, calculador, inescrupuloso. Está claro que el filme destila momentos de sátira y conlleva a una crítica social, pero es algo superficial en ese aspecto, no lo suficiente como para provocar que el espectador reflexione. Además, da la impresión de que está incompleta, que iba a llegar a un clímax notable y la verdad es que ese momento nunca llegó. Es como un globo que inflaban ante nosotros pero nunca explotó. Incluso si somos muy críticos, la misma trama nunca terminó y ejemplo de ello es que ni la investigación del detective Donald Kimball (Dafoe) da en buen término, ni la carrera psicópata de Bale termina, ni para bien ni para mal, ya sea en una alto o en una vorágine.
El film tiene su razón de ser en el contradictorio sentimiento de nihilismo y vacío existencial vivido por un Breat Easton Ellis en pleno apogeo de su consumismo, estrellato e hipertrofia de estupefaccientes. Por ello, su criticable visión del mundo contemporáneo no está exenta de peros, aunque desde luego tampoco de interés. El minimalismo de su puesta en escena encaja vivamente con las mínimas emociones de sus protagonistas. El problema surge en la propia dificultad de la cinta al ser entendida. Esta historia no es únicamente una crítica a una sociedad y un estilo de vida, ni es un film de asesinos seriales, ni un retrato de un asesino. American Psycho es una paradoja existencialista que usa como base la intrincada mente de un ser más entre tantos, incapaz de asumir el vacío en el que vive, viene y va, e incapaz asimismo de descifrar una solución para su apatía y su superficialidad. Por lo tanto, asistimos a un recorrido autodestructivo a las entrañas de un hombre gris, a las profundidades de una mente no muerta, adormecida por el entorno en el que vive y por su propia adaptación a ese entorno, capaz de ensalzar unos valores que el mismo Patrick Bateman critica sin saber siquiera que son esos mismos los que le llevan a los abismos de la locura.
Las actuaciones son correctas, destacando la figura de Christian Bale encarnando a Patrick Bateman, con una interpretación inmejorable, la cual se come literalmente la pantalla. Willem Dafoe como el Detective Donald Kimball, el cual pudo haber tenido un personaje más importante, hubiese sido un secundario de lujo porque en mi opinión, su aparición no da ni para terciario. Reese Witherspoon encarna a Evelyn Williams, la estereotipada novia rubia tonta, superficial, materialista y sometida. Jared Leto como Paul Allen. Josh Lucas encarna a Craig McDermott. Matt Ross cómo Luis Carruthers. Y finalmente, Chloe Sevigny como Jean. Pero en general, solo destaca Bale.
En definitiva, una película divertida, ácida, controvertida. Una genial crítica a los dioses del capitalismo salvaje estadounidense materializado en Wall Street. Seres que se pasean con trajes caros, maletines y miradas arrogantes cuya visión no es capaz de atravesar la frontera de su ego. Así son los personajes decadentes de esta cinta. Un film sobre lo superficial, materialista y decadente de la vida de estos, una vida tan insulsa, tan preocupada por cenar en lugares de lujo, el culto al cuerpo, la diversión, en resumidas cuenta, la apariencia exterior. Patrick Bateman, es una lujosa máscara que está vacía por dentro. Un psicópata inhumano muerto emocionalmente, pues no es capaz de sentir nada más que aversión, ira y ansiedad, pero que se esconde bajo una apariencia humana. Es un tratado de psicología extraordinario, pudo haber sido un tremendo thriller pero se quedó en lo aceptable y gracias a Bale.