Tres en la carretera
por Marcos GandíaCuando el cine francés, la comedia francesa, viajaba a Brasil, concretamente en Rio de Janeiro, en los años 70 (y hace unos pocos años en el remake: Un momento de locura), específicamente en 1977, era para hacer parejas imposibles, vodeviles donde maduros caballeros eran seducidos por las adolescentes hijas de sus mejores amigos. Era llevar la comedia burguesa francesa, ya calentada por el erotismo y el toque libertino, a un escenario tórrido y exótico que servía de paisaje y de excusa para que los bikinis desaparecieran, la luz de la luna invitara a bañarse desnudo y las caipirinhas se deglutían sin parar. Los años 80, 1984, descubrieron que esa idea, ese ideal francés era perfectamente exportable (y envidiable) por parte del Hollywood de la época, y que incluso un tótem como Stanley Donen era capaz de hacer la versión USA de Un moment d’égarement y hacer del topless y la pitopausia una joya en Lío en Río.
Desafortunadamente, es hoy el cine francés, el modelo cómico francés, el que imita al norteamericano. Así, Bienvenidas a Brasil no es nunca la reformulación, el aggiornamento siglo XXI, de aquellos vodeviles lúbricos y frescos setenteros, y prefiere copiar el modelo de cócteles cómicos como Resacón en Las Vegas, La boda de mi mejor amiga, Malas madres… No conforme con ello, que tampoco es algo malo, y que en términos de medir el nivel de las carcajadas o las sonrisas, cumple su objetivo, sin pasar a la historia, pero con un refrescante estilo tan ligero como a la postre olvidable, Bienvenidas a Brasil mezcla una trama criminal que no viene mucho a cuento, es tan racista como lo son todos los turistas franceses (europeos) que se precien, más si estamos en un nivel pijo, y se pone así como feminista con unas citas verdaderamente ridículas a esa ridiculez (nada feminista, por cierto, pero esa es otra historia y otro debate) titulada Thelma y Louise. Historia que, feminismo de revista de moda aparte, es de amistad y de descerebre, la película termina disfrutándose cuanto más simple y simplona se vuelve: en sus persecuciones jungla a través, en sus equívocos, su lenguaje promiscuo y una especie de invocación gritona de las aventuras sinsentido de Spirou y Fantasio a la búsqueda del marsupilami.