Ocupación y caos
por Quim CasasA caballo entre el documental y la recreación se desarrolla este filme sobre un edificio ocupado de Sao Paulo. Un edificio viejo y abandonado, el hotel Cambridge del título, convertido gradualmente en emblema del movimiento okupa y la diferencia de clases. La cámara se introduce en ese espacio poblado por personajes de procedencias culturales y nacionales bien diversas. Un peculiar cruce de destinos con una idea en común: mantenerse dentro del edificio pese a las amenazas de desahucio. Un tema recurrente en el cine “social” contemporáneo que poco a poco va diluyéndose a favor de otras causas e intereses.
Porque resulta bastante más estimable el choque (en este caso productivo) de culturas que las valoraciones sobre la ocupación de casas abandonadas y los enfrentamientos con las fuerzas públicas. Es más atractiva la contradicción que surge en algunos de los ocupantes del edificio, las tensiones generadas por la amenaza de desahucio y por distintas formas de encarar una nueva forma de vida, que el seguimiento pormenorizado de una lucha casi siempre condenada al fracaso y las largas asambleas que organizan los líderes del edificio.
El principal problema o lastre de la película es que en varios momentos se aboca más hacia una descripción algo ingenua del buen rollo internacional, esa convivencia all together now un tanto impostada. Por otro lado, la sensación de caos que reflejan las imágenes resulta muy coherente con la agitación y desmesura que reina en el edificio, ese crisol de culturas en el que no todos aspiran a lo mismo pero luchan por una causa similar. De documental o docu-ficción sobre el movimiento okupa se pasa a una especie de tragicomedia costumbrista (antes que neorrealista) interpretada por actores no profesionales que representan ante la cámara lo que son.
A favor: El tono costumbrista se impone a un tema socialmente complejo.
En contra: No es exactamente un documental aunque se vende como tal.