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    3,0
    Entretenida
    Playground

    El mal por el mal

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Es probable que el desenlace de Playground sea el plano fijo más escalofriante que ha dado el cine en los últimos 5 años, pero el escándalo que provocó cuando se estrenó en San Sebastián en 2016 –con espectadores marchándose de la sala– es uno más en la lista de películas que tratan de reflexionar sobre el mal que van apareciendo de tanto en tanto en el circuito de festivales y en salas de cine. Si Michael Haneke puso en circulación una cierta manera cinematográfica de pensar la violencia cuando estrenó Funny Games (1996), no son pocos los émulos que desde entonces han continuado ese dispositivo de distanciamiento (y complicidad con el espectador) tan propio del austríaco para preguntarse por la imposible respuesta ante las psicopatías de algunos humanos.

    Dicho esto, la película de Bartosz M. Kowalski explora el crimen real perpetrado por los chavales Jon Venables y Robert Thomson contra un niño de apenas 3 años mediante una sugerente puesta en escena que, si bien parece que se desvía de su objeto de reflexión, en realidad incide en la idea de que la maldad se alimenta día a día, con rutinas y gestos. En este sentido, la atención del polaco en los prolegómenos de la violencia lo acercan más a la exploración post-Columbine de Gus Van Sant en Elephant (2003) o a la de Antonio Campos en Afterschoool (2008) que a trabajos más cercanos sobre la psicopatía adolescente, como las primeras obras del mexicano Michel Franco, y más en concreto Después de Lucía (2012), aunque Kowalski también opte finalmente por enseñar a modo de corolario el terrible crimen en vez de dejar en suspenso lo que todo el público ya sabe que va a suceder.

    A favor: La dilatación de la trama.

    En contra: Que su exploración sobre la violencia escandalice.

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