El chico de rosa
por Marcos GandíaEn estos tiempos donde a veces tiene uno la sensación de estar empadronado en la Salem del siglo XVII o en la que mira con lupa lo que dice o escribe, no sea que acabe con una letra escarlata cosida a sus ropajes, acaso la única forma útil de conseguir eso que se llama normalización, o eso otro que también se dice, y que suena como bastante peor, y que es visibilización, consista en no ofender a nadie, en ser políticamente correcto, aplicar una pedagogía del buenismo y de cierta banalización de esa cosa que una vez existió y que era la izquierda. O lo que es lo mismo: para hacer algo normal, desacomplejado, que sirva de manual para la educación de la ciudadanía, con respecto a la homosexualidad (masculina), nada de A la caza, o de las películas de Rainer W. Fassbinder, de las de nuestro Eloy de la Iglesia, y mucho menos nada de Jean Genet y sí mucha fotonovela, que los padres homófobos se pongan de buen rollito y abracen a sus adolescentes hijos gay con comprensivos gestos, si no como el papi de la relamida Call me by your name, si al menos como alguien que no parezca un votante de Trump o de VOX.
No le haría ningún bien a la suave, amable, simpática e inofensiva en el fondo Con amor, Simon, que hablara solamente de sus defectos, de ser en el fondo tan poquita cosa y tan conformista en realidad, tan de derechas en el fondo. Y sería también en cierta manera injusto con ella cuando la intolerancia sigue campando por ahí y cualquier mínimo gesto que ayude a que un jovencito no se traume por sus inclinaciones y salga del armario sin problemas no hay que desdeñarlo. Además, que Con amor, Simon, no arriesgue, viva en un mundo ideal, y tome simplemente el modelo de las comedias románticas 'teenagers' heterosexuales para cambiar a uno de los personajes por otro.
El filme de Greg Berlanti, el cerebro detrás del universo superheroico DC televisivo (que, entre nosotros, ya es absolutamente gayer), hace La chica de rosa pero con chico. Nada más que eso. Lo triste es que ya solamente con tan poco parezca que ha roto tabúes en una sociedad cada vez más conservadora (conservadora de derechas y conservadora de izquierdas, que tanto monta). Pero si sirve de ayuda a alguien, no seré malote con el filme, disfrutaré incluso de su mecánica y clónica usurpación del opus teen ochentero y luego me meteré en casa una maratón de Bruce LaBruce.
A favor: Que como 'romcom teenager' da el pego.
En contra: Que es todo muy 'light', muy bonito y muy políticamente correcto.