Se perdió el encanto
por Sara HerediaTenemos nueva entrega de la saga Ocho apellidos. Tras el andaluz que conoció el amor en el País Vasco y el catalán que se puso entre medias, llega Ocho apellidos marroquís, eliminando por completo al equipo original de la cinta y suponiendo una secuela que, lamentablemente, ha perdido su magia por el camino.
Viene de la mano del director Álvaro Fernández Armero, quien nos ha hecho reír en otras ocasiones, como en Las ovejas no pierden el tren (2014) o la serie Allí abajo (2016-2017). Aquí, sin embargo, da la sensación de que la película se compone de escenas forzadas únicamente para divertir al espectador, sin que haya una evolución natural del conflicto, los personajes y lo que ellos aprenden.
Guillermo (Julián López), un cántabro que viste todo el kit del español perfecto, acompaña a su exnovia, Begoña (Michelle Jenner), y la madre de ésta, Carmen (Elena Irureta), a recuperar el barco del patriarca fallecido, que se encuentra en aguas marroquíes. Al llegar allí descubren que el padre tenía una hija que no conocían, lo que no dudan en usar en su propio beneficio.
Si Ocho apellidos vascos cautivó al público a pesar de sus estereotipos fue porque supo dar con el encanto que hay en las dos Españas, la del sur y la del norte, y mezclarlo de tal manera que todos aprendían algo. Pero en esta ocasión no hay ninguna enseñanza. Cuando termina la película, no has aprendido nada de la cultura marroquí y, en caso de que cargues con algún prejuicio sobre tu espalda, la cinta no hace nada por derribarlo.
Julián López es uno de los pocos elementos de la cinta que se salva. El cómico lleva el humor en la sangre y consigue protagonizar las pocas escenas que te arrancan una sonrisa. Lo hace casi sin esfuerzo, como solo lo sabe hacer alguien que lleva mucho tiempo metido en esto. Sin embargo, está limitado por un personaje casposo que tiene poco lugar para la reflexión y el crecimiento personal. Algo similar a lo que pasa con Elena Irureta, cuya entereza como actriz le permite defender a un personaje como Carmen, uno de los pocos que parece evolucionar a lo largo del metraje.
Ocho apellidos marroquís es un torpe intento por continuar una franquicia que quedó bien cerrada y que no debería haber sido resucitada.