UNA DE MIS ENORMES FANTASÍAS
Me emociono una y otra vez al ver Un mundo de fantasía (1971), su época seguía siendo una turbia obsesión por las guerras aunque ya se hubiera acabado la Segunda Guerra Mundial, pero vinieron otras. A Wonka y Charlie me los guardo dentro de mí cuando pienso en atrocidades, sobre todo de esos años, los 70, que aún pasaba alguna otra cosa. Las historias de Roald Dahl me habrían venido de fábula si hubiera vivido esa época. Pero sobre todo la historia sobre esta fábrica de chocolate y sus hermosos personajes; que nos enseñaban los importantísimos valores que todos debemos aprender y aplicar: Respeto, solidaridad, empatía, responsabilidad, honestidad, compasión, bondad, humildad, entre varias más. Todas estos valores nos los muestra Roald en su fantasiosa historia, a través de sus personajes. Y no podemos despreciarlo, sino amarlo. En Charlie y la fábrica de chocolate (2005) vemos la misma historia pero con más duración, rapidez y superficialidad en el avance de la historia, pero con un final más elaborado y didáctico, con ese Wonka, más excéntrico y cambiando su opinión sobre la familia gracias a Charlie. Todo con una intención didáctica y esperanzadora, para poder soñar gratis, que al menos es lo único que a mí me hace mantenerme en pie hoy en día.
Se necesitaba por fin un mundo de fantasía como este, y Paul King consigue contarnos a la perfección el grato pasado de Willy Wonka sin Roald Dahl, pero como a Roald le hubiera gustado. Cuentan el viaje y las malas épocas que experimenta Wonka para poder convertirse en lo que se convierte, como en la película de Mel Stuart, y de Tim Burton, que en esta segunda sí que conocemos un poco más el pasado del chocolatero. En esta nueva, todo ocurre en un gran pueblo precioso, lleno de luces y de noches mágicas pero manipulado por tres chocolateros que forman un cártel que siempre destruye las competencias, y Wonka es el próximo objetivo.
Paul King tiene las de perder: una película de género musical, que hoy en día no es muy apreciado por el público, desafortunadamente. Un elenco que es precioso, con un Hugh Grant que se come la pantalla siempre que aparece como Oompa Loompa. Un Rowan Atkinson poco aprovechado pero con momentos agradables y típicos de él. Una Olivia Colman y un Tom Davis chistosísimos como pareja. Pero el principal de todos es tan querido por algunos como odiado por muchos otros. Y me sabe mal porque Timothee Chalamet demuestra como chocolatero un gran nivel, otra vez, para el futuro del cine. Y sin ser ciertamente un profesional o excelente cantador, consigue con esa interpretación que no me canse, al menos por él, de escuchar la música de Joby Talbot ya que algunas canciones son prescindibles, pero, la mayoría son muy agradables y necesarias de escuchar.
Lloré al ver el trailer, y lloro al escuchar Pure Imagination. Todo en Wonka es un cuento precioso de fantasía, la película perfecta para navidad y que envejecerá memorablemente para esta festividad, y ocupará sitio dentro de Timothée, y de mí. Sigue siendo esperanzadora, familiar y didáctica.
-RICHIE VALERO