Blancanieves ya no es solo la más guapa del Reino
por Alicia P. FerreirósLas adaptaciones de los clásicos animados de Disney a versiones con actores reales ya no son una novedad, aunque la compañía ha demostrado tener una fórmula exitosa para renovar y modernizar algunas de sus películas más emblemáticas. Mientras que las nuevas versiones de títulos como Aladdin, La Bella y la Bestia y, por supuesto, la adaptación hiperrealista de El Rey León, generaron gran expectación y emoción entre varias generaciones que anhelaban ver a sus personajes de infancia cobrar vida, en los últimos tiempos, la constante producción de adaptaciones ha sido recibida con mayor escepticismo.
Sin embargo, la última incorporación a esta lista no es una cualquiera. Disney ha tomado las riendas de una de sus obras más significativas: Blancanieves y los 7 enanitos, el primer largometraje animado de Walt Disney y, por ende, el clásico Disney por excelencia. Esta película es una adaptación del famoso cuento de hadas de los Hermanos Grimm, que narra la historia de una hermosa princesa obligada a refugiarse en el bosque para escapar de su malvada madrastra, la Reina Malvada, obsesionada con asesinarla para ser la mujer más bella del reino.
La película original, estrenada en 1937, fue un hito en la animación y marcó el inicio de una trayectoria llena de éxitos para Walt Disney Studios, alegrando la vida de incontables generaciones durante casi 90 años. No obstante, para llevar la historia de Blancanieves a la pantalla en 2025, era imprescindible realizar una serie de modificaciones, eliminando los estereotipos que, aunque no eran problemáticos en los años 30, resultan anacrónicos en una película actual. Sin embargo, la experiencia previa del estudio ha demostrado que estos cambios necesarios también estaban destinados a generar controversia.
Y Blancanieves no ha necesitado llegar a su estreno para cumplir con esta predicción. Desde las críticas a la elección de la actriz de ascendencia colombiana Rachel Zegler como Blancanieves por aquellos que consideraban que "la princesa debía ser blanca como la nieve" como algo inamovible, hasta la representación de los siete enanitos o la decisión de crearlos digitalmente. Incluso las opiniones de las actrices sobre el conflicto entre Israel y Palestina han influido en la recepción de la película.
Pero, sin duda, lo que más ha molestado a los sectores más tradicionales -especialmente después de unas palabras de Zegler elogiando esta decisión- es que Blancanieves ya no es la joven sumisa e ingenua que fue un símbolo de Disney durante décadas, pero que, en la actualidad, con el auge del empoderamiento femenino, resultaba problemática.
Y es que, probablemente –con el permiso del talento de Rachel Zegler y la perfecta elección de Gal Gadot como la Reina Malvada– lo mejor de la película es precisamente eso. La reinterpretación moderniza la historia para las nuevas generaciones, aunque el resultado final no sea una película que cambie vidas. Bajo la dirección de Marc Webb, y protagonizada, además de Zegler y Gadot, por Andrew Burnap y Ansu Kabia, entre otros, la nueva Blancanieves de Disney ha eliminado los elementos más problemáticos, ha dotado a su protagonista de una gran autoestima y ambición de liderazgo, y nos recuerda que la belleza no se limita a lo físico. A pesar de la belleza de Zegler, la princesa aprende la importancia de otras cualidades que definen lo que quiere ser en la vida: fuerte, justa, valiente y auténtica. Un mensaje valioso para los más jóvenes, aunque moleste a aquellos que priorizan el respeto al clásico y se sienten amenazados por lo que llaman la "dictadura woke".
Además, cabe destacar que Blancanieves se ha atrevido a modificar elementos clave, como el Príncipe Encantador, ahora transformado en un rebelde que lidera la Resistencia contra la Reina Malvada, con un estilo que recuerda a Flynn Rider.
Visualmente, Blancanieves cumple con las expectativas de una producción de 250 millones de dólares, destacando especialmente las escenas en el bosque. Sin embargo, una de sus mayores novedades, y quizás su mayor inconveniente, es su banda sonora, creada por los compositores Benj Pasek y Justin Paul junto al letrista Jack Feldman. Se han renovado cuatro temas clásicos y se han añadido nuevas canciones. No obstante, la combinación de lo nuevo y lo antiguo resulta en una película donde los personajes cantan constantemente. Si bien esto no es necesariamente un defecto, la abundancia de números musicales resta ritmo a la historia y, en ocasiones, hace pensar: "¿En serio, otra vez?".
En resumen, aunque Blancanieves no es especialmente divertida ni majestuosa, y dejando de lado el debate sobre si sería conveniente espaciar más los remakes de los clásicos de Disney, debemos aceptar que no hay nada de malo en reinterpretar los cuentos clásicos.