Crítica de SensaCine.com para La herida (The Wound): El rito

Una manera sencilla (facilona también) de definir este título tan interesante (lleva encadenando premios internacionales, y lo que seguramente le queda) como a la postre más folclórico que profundo, es escribir, acaso para un póster de la película o una publicidad, que estamos ante una exótica variación de la oscarizada Moonlight y Brokeback Mountain. El (sobrevalorado) film de Ang Lee ha servido hace nada para calificar otro drama homosexual, en este caso bastante mejor: Tierra de Dios.

Es verdad que La herida transita terrenos muy cercanos a ambas cintas citadas: el descubrimiento de una sexualidad en zona hostil y esa mirada casi de antropología emocional. En el caso de lo antropológico, La herida lo es de manera explícita al centrarse en una comunidad africana (sudafricana), muy cerrada, y en concreto en la descripción de un rito de tránsito de la adolescencia a la edad adulta; rito que tiene ya una parte sexual muy marcada a fuego y que en la película se muestra gráficamente, aunque su valor es metafórico, a veces se diría que demasiado evidentemente metafórico.

El acercamiento del director, que no es africano, parece sentirse fascinado por describir esa ceremonia hasta la fecha ocultada a los ojos occidentales. Una fascinación que es paralela a la de los dos personajes que se enamoran a escondidas en un coto cerrado, machista y homófobo. Secretos que serán causa de un estallido trágico (tal vez laparte más enclenque y maniquea del relato), una catarsis de cierta incomodidad pero menos que la de ese acercamiento entre dos personas obligadas a esconder sus sentimientos.

Tal vez no espera uno, educado en el melodrama de Douglas Sirk o en esa delicadeza casi promiscua de la mencionada Moonlight, que este drama íntimo sea narrado de la misma forma que la documentación de una ritualidad National Geographic. Sin embargo quizás sea la mejor opción: ser como el Oshima de El imperio de los sentidos en variante circuncisión antes que un Muerte en Venecia en las noches negras de un espacio tan inhóspito como esa Sudáfrica tan alejada y en conflicto con la modernidad y el progreso que La herida nos muestra. O fantasear con lo que Eloy de la Iglesia habría podido hacer con estos placeres ocultos. 

A favor: Su potente y dura historia de amor imposible. 

En contra: Sus subrayados y ese exotismo mondo que sobrevuela en muchas secuencias.