¿Qué habría sido de nuestra vida si hubiésemos tomado una decisión distinta en un momento concreto?
Es como una ilusión. Un juego del que houdini podría ser padrino, y en esa tesitura una y otra vez los cineastas tratan de mostrarnos una aparente solución al truco mientras nos hacen creer que la tienen. Y es que al final, lo que no tiene explicación posible, es imposible de explicar sin caer en la contradicción en sí misma.
Los agujeros negros, los viajes en el tiempo, los universos paralelos, efecto mariposa... Todo se reduce a una única verdad: cada decisión que tomamos afecta a nuestro futuro, pero jamás podremos cambiar el pasado, porque ya fue decidido. A la cabeza me llegan otros títulos similares como Cuestión de tiempo, La casa del Lago o Coherence. Todos ellos abarcan términos científicamente fantásticos.
En consecuencia, lo que acaba sucediendo con cada una de las películas que tratan de abordar de forma sesuda este tipo de temáticas, sea en el formato y género que sea, es que todas parece que van a resolver la ecuación hasta que el final se convierte en un círculo vicioso que no acaba teniendo salida posible. Todo termina redundando o careciendo de una explicación lógica y coherente a tenor de las mil conjeturas, variantes y vacíos que surjen. El efectismo global acaba no siendo efectivo al intentar darle tanta relevancia al final, o morir en giros y revelaciones tan enrevesadas e imposibles. A veces, con un final a Los Serrano, te apañas mejor.
Puede que estas aventuras cinematografías posean algo de arrojo. Un mérito que hay que otorgarle a los directores y guionistas que tratan de construir estas historias de tan magna complejidad para la mente humana. No estamos preparados para entenderlo, y quizás con esa búsqueda impotente del conocimiento juegan. Y si saben hacerlo durante el 80% de la cinta, quizás hasta tenga algo de justificación el desorden final.
Y bien, después de toda esta divagación personal (posiblemente innecesaria), he de decir que la premisa inicial y el desarrollo de la trama de este thriller emocional que es Durante la tormenta, es bastante maduro y meticuloso. Este filme de Oriol Paulo consigue mezclar el thriller, el drama y lo fantástico con un tono tan reflexivo como lúdico, tan íntimo como abierto y tan ordenado como caótico. Estas películas requieren de atención, de interacción e incluso de cierta suspicacia para poder masticarse bien, cosa que
Oriol propone continuamente en sus direcciones, ya que no le cuesta exprimir el guión al máximo, mediante entresijos y giros argumentales. Y lo complementa con un excelente manejo de la dirección actoral y con su peculiar estilo visual. Captura la tensión con líneas temporales y juegos escénicos dramáticos e inquietantes. Sabe envolver al espectador en su atmósfera y mantenerlo expectante con su estética y ritmo constante. Ya lo había hecho con el thriller en El cuerpo o Contratiempo. Con esta nueva propuesta añade el factor sobrenatural, de una forma sutil y elegante. La pena es que acaba cayéndose en las propias grietas que presenta esa misma conjunción. Aún así, más allá de los errores, podemos extraer un mensaje claro: ¿Qué seríamos capaces de hacer por aquello a lo que amamos?
Con Adriana Ugarte a la cabeza de un reparto sólido, puedo recomendar esta película para cualquier tarde noche de fin de semana, o incluso un lunes, que nunca viene mal empezar la semana tomando decisiones.