De puesta en escena a ratos hiperrealista y con ribetes de thriller dramático (la toma fallida del avión es puro realismo de acción sucio), la tesis de Rehenes en sus últimos compases es descorazonadora: el juicio irregular al que se enfrentaron los 'culpables' del secuestro y la posterior falta de reparación histórica ya en una Georgia libre. El agujero negro de injusticas que plantea está justificado, pero nos deja demasiado noqueados. Más que un canto a la acción o a rebelarse, es un demoledor ejemplo de que, a veces, no hay nada que hacer.