Plan Suicida
por Xavi Sánchez PonsHay algo que convierte a Rehenes en una experiencia muy incómoda para el espectador. Y es esa atmosfera asfixiante que está presente en todos sus planos y que consigue plasmar a la perfección cómo era el clima de falta de libertades y de represión que se vivía en la Georgia de 1983; cuando el país estaba sometido a la dominación de la Unión Soviética. En una secuencia que casi sirve para explicar todo lo que veremos después, el grupo de jóvenes protagonistas de 'clase bien' pero de ideas y de gustos progresistas no puede ni bañarse tranquilo en una playa.
Existe un toque de queda que se lo impide controlado por un soldado que, en una reveladora paradoja, le pide a uno de los bañistas que le invite a un cigarro de importación –americano, claro está-. Esa imposibilidad del libre albedrío y lo que harán los personajes para intentar conseguirlo y dejar así de ser 'rehenes' en su propio país, es lo que retrata Rezo Gigineishvili, con la ayuda en el guion del dramaturgo Lasha Bugadze, en el filme; un relato trágico basado en hechos reales que se vale de una intrahistoria para reflejar el ambiente dictatorial, sin luz y apenas esperanza, que se respiraba a principios de los ochenta en los territorios comunistas de la Europa Oriental.
Ahora bien, no solo es incómoda, como decíamos antes, por la cualidad claustrofóbica del mundo que representa, sino también por el retrato que realiza de los protagonistas que decidirán secuestrar un avión e utilizar la violencia para poder escapar de Georgia y llegar al 'mundo libre'. La descripción de los mismos es tan críptica y compleja –solo pequeños gestos y miradas difíciles de interpretar en sus liturgias diarias y familiares-, que, más allá de sus ansias de libertad, se revelan como un absoluto misterio. No son presentados como héroes, y desde luego tampoco como villanos; esa ambivalencia aquí es provocadora. Pero sí como un puñado de jóvenes que quizá actuaron como animales asustados – y con razones para estarlo, ojo-, sin ser conscientes, eso sí, de las consecuencias funestas que podrían tener sus actos; las víctimas en sus filas y las muertes colaterales inocentes.
De puesta en escena a ratos hiperrealista y con ribetes de thriller dramático (la toma fallida del avión es puro realismo de acción sucio), la tesis de Rehenes en sus últimos compases es descorazonadora: el juicio irregular al que se enfrentaron los 'culpables' del secuestro y la posterior falta de reparación histórica ya en una Georgia libre. El agujero negro de injusticas que plantea está justificado, pero nos deja demasiado noqueados. Más que un canto a la acción o a rebelarse, es un demoledor ejemplo de que, a veces, no hay nada que hacer.
A favor: Su recreación de la Georgia de 1983 y todo el tramo del secuestro del avión.
En contra: Su tesis es tan pesimista que se echa de menos un poco de luz.