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    Una Especie de Familia
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Una Especie de Familia

    'Dardennismo' subrogado

    por Daniel de Partearroyo

    En 2005, los hermanos Dardenne ganaron su segunda Palma de Oro del Festival de Cannes con El niño. El sexto largometraje de ficción de los cineastas belgas suponía la culminación de su rompedora manera de abordar el cine de temática social apostando por un naturalismo extremo de corte documental y ausencia absoluta de enjuiciamiento moral de los actos de sus personajes, transmitiendo ambos aspectos al plano formal de las películas mediante el nerviosismo de una cámara siempre pendiente del retrato cercano de los protagonistas, a una nuca de distancia. Si El niño era la cumbre más depurada de dicho estilo, también marcó el límite de una fórmula que había calado en muchos otros directores. Sin embargo, mientras los hermanos se preocuparon por buscar diferentes líneas de expresión a sus preocupaciones artísticas en películas posteriores, el 'estilo Dardenne' ha seguido generando réplicas más o menos impertérritas más de una década después. El argentino Diego Lerman es uno de sus máximos exponentes dentro del cine latinoamericano, como demostró con su frenético thriller de violencia doméstica Refugiado (2014) y esta posterior Una especie de familiadonde la adopción no exactamente legal de un bebé trata de convertirse en un misterio casi de tintes hitchcockianos

    Bárbara Lennie, mercúrea y con acento porteño, interpreta a una doctora de Buenos Aires que viaja a un pueblo de Misiones para adoptar al bebé recién nacido de una mujer pobre, resignada a llevar una existencia precaria y convencida de que esta solución será lo mejor para el futuro de su hijo biológico. La transacción pactada con el médico que facilita el acuerdo (turbio Daniel Aráoz) va topando con diversos impedimentos que permean en la estabilidad emocional de la protagonista, sujeta a un carrusel de debilidad y crispamiento en el rostro de la actriz, siempre rastreado con ahínco por la cámara.

    Angustia e incertidumbre por el resultado del acuerdo se acentúan cuando entra en juego la pareja del personaje de Lennie, no demasiado convencido con el asunto, cuya función en el desarrollo del relato se ve envuelta por Lerman y María Meira, su coguionista habitual, en un artificial halo de suspense que solamente parece buscar un mayor impacto en el espectador al revelar la información ocultada. A pesar de golpes de efecto de este estilo, como un control policial de carretera que se afronta de manera aparatosamente inverosímil, el guion fue galardonado en el Festival de San Sebastián. 

    Una especie de familia encuentra sus mayores fortalezas en la entrega del reparto. Cuando Lerman se vuelca en sus actores, la película se eleva por encima del tremendismo argumental y los recursos simbólicos desgastados –profusión de escenas con lluvia, o donde la protagonista aparece con la cara empapada– en un relato que termina convirtiéndose en una lucha a puño abierto de Bárbara Lennie contra adversidades físicas, morales o hasta medioambientales. Y de nuevo toca recordar El niño. En ella, los Dardenne también contaban un dramón tremendo –una joven pareja sin recursos decide vender a su bebé, aunque luego se arrepienten y lo hurtan de vuelta– aplicando sobre los desgarros de la realidad códigos del cine de género –por algo tienen la que sigue siendo la mejor persecución en moto del cine del siglo XXI–, pero llegaban a ellos de manera natural detrás de la cámara. Lerman subroga la elección de su estilo igual que la protagonista el parto de su hijo

    A favor: No hay película donde la interpretación de Bárbara Lennie no pueda contabilizarse como motivo a favor. 

    En contra: La búsqueda constante del shock del espectador con requiebros de guion y ocultamiento de información muy poco elegantes. 

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