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    Un intercambio por Navidad
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Un intercambio por Navidad

    Este Santa Claus es un peligro

    por Marcos Gandía

    Al igual que cuando nada más que termina Halloween y Todos los Santos, con las castañas y los boniatos todavía en plena digestión, algunas cadenas privadas televisivas comienzan cada fin de semana con el aluvión de infectos telefilmes navideños, al acercarse estas fechas llegan a nuestras grandes pantallas, cada vez menos grandes y más en centros comerciales del extrarradio, producciones escandinavas especializadas en Santa Claus, Papá Noel, San Nicolás o como quiera que le queramos llamar. Suerte de tradición en Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia (muchas veces coproduciendo todas ellas el producto de marras), estos largometrajes (bueno, ya en esta Un intercambio por Navidad  la cosa no pasa de 70 interminables minutos) tienen un nexo común que la película que ahora nos ocupa también respeta: reescribir el mito del fantástico personaje convirtiéndolo en un invitado de lujo dentro de la vida moderna, del aquí y ahora, con una intencionalidad o moraleja evidente que es la de recordarnos que la magia existe y que esa magia reside en la familia y lo conservador.

    Un intercambio por Navidad intenta hacer algo nuevo que en realidad no lo es tanto: tomar una premisa alejada de la mitología escandinava y adaptarla a ésta. Así, si hace ya años en la ya olvidada Un invitado muy especial un San Nicolás con el aspecto del veterano Mario Adorf se plantaba en una casa como el abuelete pesado de un clásico navideño USA (A Christmas in Connecticut) convirtiendo una screwball comedy hollywoodiense en una ñoñería sobre el mágico Polo Norte (o Laponia), Un intercambio por Navidad fusila el ¡Vaya Santa Claus! de Tim Allen con otro plagio al inmortal Príncipe y mendigo de Mark Twain. Un estresado padre de familia más preocupado por los negocios que por los suyos se pondrá en el lugar de Papá Noel y viceversa. Ambos aprenderán sus lecciones respectivas, más el humano que ese Santa Claus que es como un Paco Martínez Soria nórdico dando la turra a una familia sin fe en lo epifánico.

    Incapaz de hilvanar un solo gag, de que empaticemos con los personajes o que nos haga comulgar con lo de la Navidad, el film no creo que encuentre aquí ningún público, ni siquiera alguna otra navidad en una sobremesa televisiva. Si llegan a pillar los holandeses (Dick Maas, claro) esta premisa igual habríamos tenido un Face Off (Cara a cara) como el de John Woo pero con señores gordos de rubicundos mofletes y pobladas barbas blancas. 

    A favor: Tiene una buena factura visual... 

    En contra: …Pero no tiene nada más.

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