EL CRACK CERO
De Philip Marlowe a Mike Hammer
El oscarizado Garci, el de “Asignatura pendiente”, el que desde 1995 hasta 2005 con el programa de tv “¡Qué grande es el cine!” continuó la idea de Balbin –La clave (1976)- de enseñar a ver cine a los españoles, satisfizo plenamente a parte de su público en las salas cinematográficas con “El crack” en el 81. Fue un homenaje al cine de la serie negra y aparte de proporcionar un recuerdo agradable del cine clásico, puso en los escaparates las novelas del detective Philip Marlowe creado por Raymond Chandler(obras que se llevaron al cine como “El sueño eterno”-The big sleep-, “El largo adiós…), novelas del detective Mike Hammer del autor Mickey Spillane, del investigador Sam Spade creado por Dasshiel Hammet (El halcón maltés), o novelas de James M. Cain como “El cartero llama dos veces”, “Perdición” (precisamente sobre la indemnización de una aseguradora y que llevada al cine, marcó los códigos visuales del género.)
Antes de la visión de “El crack cero”, en alguno de los canales que programan cine en tv, pasaron “El crack”-con Areta ya ejerciendo de investigador privado y que fue la presentación de Areta al público-. Me parecieron dos películas diferentes, a veces con planos coincidentes en exteriores, pero distintas a pesar del común denominador del estilo. El uso del ´tempo´ en “El crack”, los gestos, los silencios de Areta dan la ilusión fracasada. El barbero, el boxeo, el fútbol -ahora- son el autohomenaje a las aficiones de Garci y reflejo difuso de una sociedad con frases del ´chulismo´ madrileño que se sigue creyendo –y quizá lo es- la Corte de la Monarquía en la capital del Reino.
Los personajes de “El crack•” son los perdedores conscientes frente al sistema con su propio Código de valores que solo se admite en la novela y en el cine. Con frases filosóficas de guion que se pierden sin medir su densidad por perderse entre los ruidos de los movimientos del espectador, incómodo y medio descubierto en su intimidad, impidiendo que el vecino de butaca entienda el final de las frases con dicción defectuosa. Excesiva filosofía de calle, demasiado tiempo de autocontemplación sin que pase nada. Una metáfora muy complicada para entender el movimiento o la inanición de nuestro país .Fue “El crack”. Luego fue “El crack 2”.
Y ahora, es “El crack cero”: con los personajes con el mismo nombre pero con distintas apariencias y formas personales. Areta, Don Ricardo, Rocky, El Moro… no son los que se conocían… Es distinto. Es… otro crack.
Pero Garci muestra algo más. No olvidemos que enseñó a ver cine a varias generaciones. No solo en la tele sino desde la revista Film Ideal, desde Cinestudio…Pero Garci no es un robinson del cine negro en España. Estuvo la Escuela de Barcelona de los años cincuenta.
Viendo a los musistas de Garci el espectador recuerda ´La colmena´ de Camus-Cela o la leyenda del Café Gijón por las sentencias que no se sabe si son producto de unas copas, pero que Garci convierte en ´de la universidad del pueblo-Madrid´.
“El crack cero”. ¿Nostalgia de un cine que fue? Tal vez. ¿Lección de gramática cinematográfica? Seguro. Encarnación diferente de los personajes. Repetición de la época de alabanzas de las capillitas madrileñas. Pero poco rigor en el control de sonido en los parlamentos (p.e.) de Patricia Vico con una dicción que procede cuidar por los técnicos de audición. Aunque es generalizada la pérdida de las sílabas finales de las palabras en los diálogos.´salvo en El Abuelo.
“El crack cero” presenta una sociedad a punto de ser engañada (año 75) con los fuegos artificiales de una ilusión infantil que -50 años después- sigue intentando desembalar los aportes de la llamada democracia sin decidirse a desempolvarlos y aplicarlos. Y eso es “El crack cero”: tratar de la nostalgia, de las ilusiones frustradas, de seguir viviendo. Si hay más ´ crackes´ los viviremos, y ojalá los podamos seguir viendo en pantalla.