Un golpe de genialidad deficientemente direccionado.
Las intenciones no bastan. Las de los cineastas y guionistas Abby Kohn y Marc Silverstein y la comediante americana de Stand-Up Amy Schumer pudieron ser potables, también muy estratégicas, pero su más nueva comedia mainstream “I Feel Pretty” visita tantos lugares y caminos comunes del género tratando sus propósitos apológicos que acaba por girar en círculos, atascándose y perdiendo cuan mínimo ápice de efecto trasformador o conexión con la audiencia.
La nominada al Globo de Oro Amy Schumer principió en el mundo de las artes audiovisuales con series americanas de inclinación humorística que le sirvieron como pausada catapulta a la fama, un gran reconocimiento que vino en nombre de “Saturday Night Live.” Años después, se gestó el rol salvador, aquel volvió a sacarla a flote, esta vez alejada de la pantalla chica, era su tercera incursión en el cine Hollywoodense, una grande. Muchos la reconocerán o bien por la magnífica y sincera comedia romántica dirigida por Judd Apatow y escrita por la misma actriz “Trainwreck—” filme que ponía en manifiesto la potencial y sugestiva inventiva de esta chica de Manhattan para la escritura cómica, — o por el sonado e inefable declive profesional que ha venido evidenciando en filmes como “Snatched” de Jonathan Levine o series como la vapuleada “Amy Schumer: The Leather Special” para Netflix. Llegados a este punto, muchos coinciden en que el meteórico deterioro corresponde a una selección incorrecta de trabajos, pues la actriz y guionista conoce como brillar con roles e ideas personales, con las que se relaciona y entiende. Por tal motivo, se pensaba que su más reciente película, aun no estando escrita por ella, sería la excusa perfecta para regresar a las masas para pronunciar un importante y personalizado mensaje de amor propio, empoderamiento femenino y aceptación corporal por medio de un largometraje lo suficientemente inteligente e irreverentemente diferente que defendiera el pensamiento de que un gran cast femenino puede sacar adelante productos con propósito social y moral; decepcionantemente, esta es una excepción.
Schumer impregna a Renee de la malicia, afabilidad y magnetismo necesarios como para tejer un nexo solido entre la historia, el personaje y la audiencia, conllevando a que este mini-universo adquiera un liviano código de congruencia, es decir, los personajes y sus acciones no son ajenas o insertadas gracias a, amén de la siempre correcta protagonista, el trasfondo “distinto” del galán en función interpretado por Rory Scovel, asimismo del grupo actoral de soporte que proporciona interpretaciones que rozan lo aceptable, en especial Michelle Williams, ¿Qué haces tú aquí?
El gran problema no radica en sus actores, reside en un lugar mucho más perverso: su guion. El punto de partida para el filme es más que sugestivo, aunque un poco ventajoso teniendo en cuenta el acalorado panorama de género hoy en día en la industria, aunque, sin vistas demasiado profundas, se concluye que eso fue lo que motivó principalmente a STX Entertainment y a las dos casas productoras para formar, lo más rápido posible, un filme de tal calibre con una dama de amplia influencia social en primera plana, pues desde sus inicios la actriz ha sido una ferviente defensora de los derechos de la mujer, reflejando sus pensamientos en la mayoría de los roles que crea, en donde la chica debe hallar quién es y que la hace especial. La historia concebida a cuatro manos por los mismo directores, quienes ya pueden hacer gala de una experiencia medianamente aplaudible en el género de la comedia romántica, se conforma con presentar los puntos requeridos para hacer funcionar una típica comedia de amor sorprendentemente extensa, sin embargo, es apreciable que la historia hace sus mejores esfuerzos por no quedarse embarrada en medio de tal género, pues desde el inicio su principal móvil es esclarecer el dilema y, por tanto, el desorientado mensaje de aceptación que bombardea valiosas críticas hacia las compañías de “belleza.” Intentando lidiar con la imparable cascada de estereotipos, la película deja caer, sin recuperación, grandes oportunidades que se quedan en insulsas exposiciones mientras con el tiempo, aproximadamente en el interminable tercer acto, la situación se agrava ya que es perceptible como los guionistas luchan por dar con una resolución clara, precisa y supuestamente audaz al leitmotiv, discursos y charlas motivacionales con demasiadas mujeres entre la multitud ya no son suficientes para un verdadero impacto. Hay un pathos deleble y, sin rodeos, la esencia del filme es tan distorsionada y estirada que el poderoso debate que pudo haber provocado se esfuma en el caluroso y divertido aire matiné. Se vuelve excesivamente larga y narrativamente farragosa debido a que los guionistas optan por cerrar cuan mínima sub-trama infradesarrollada— sí, les hablamos a ustedes Emily Ratajkowski y Michelle Williams,— una decisión perjudicial e infundamentada.
No sería una película de Amy Schumer sin sus característicos gags visuales, que, a propósito, son de alcance desternillante, no obstante, la verdadera comedia yace en su premisa como tal, el propulsor de la historia es tan inherentemente cómico que miles de mejor aprovechadas situaciones hubieran reaccionado si se extrajera de la fórmula el “interés amoroso,” pero aun así, a costa de la innegable fuerza de la propuesta, cada momento adquiere un aire preestablecido de jocosidad, despreocupación y ocurrencia; la primera hora es un disfrute de intermitentes carcajadas que más allá de convertirse en la gran enseñanza (hazaña) femenina del 2018, consigue ser una cinta disfrutable, que basa sus fortalezas nuevamente en una glamurosa comediante.
“I Feel Pretty” de Abby Kohn y Marc Silverstein extravía su raison d'être a mitad de camino y revuelve sus propósitos neurálgicos, pero en recompensa, propone un regocijante pasatiempo en gran parte por el innegable carisma de su actriz protagonista y la absurdamente hilarante historia central. No es su nueva “Trainwreck,” ni tampoco el largometraje que redireccionará el alto índice de hombres y mujeres que presentan una baja autoestima a causa de una cada vez más superficial e indolente sociedad, pues derrocha sobremanera los poderosos mensajes que pudo haber producido. Al menos, no estamos en frente de un aparatoso bodrio cinematográfico, este es un filme desorientado que nunca se mira al espejo para conoce cuáles son sus principales fortalezas, unas que sabe aprovechar, otras que dejar pasar.