Con la intención de recoger psicofonías de la tragedia de la erupción del Vesubio del año 79 d.C., Carlos Alarcón viaja a Pompeya. Sin embargo, más tarde comprobará que ninguno de los sonidos recogidos evocan a aquella epoca. Es más, graba una frase de época mucho más reciente y que le remite a algo sin saber muy bien el qué.