El pastelero alemán se enfrenta en la película a un grave problema con la ley judaica. El certificado Kosher es una prueba de que la comida de su local es válida para el consumo acorde a las leyes judaicas de comida. La cafetería no lo tiene por la naturaleza de los pasteles que prepara, por ello Motti, el hermano del fallecido, no ve con buenos ojos que trabaje para la viuda por no respetar las tradiciones judías.
La película ha participado en numerosos festivales de cine como el de San Sebastián, Jerusalén, Londres o Chicago.