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    Braguino
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Braguino

    Un mundo aparte

    por Quim Casas

    ¿Se puede situar una película entre La cinta blanca de Michael Haneke, El señor de las moscas de Peter Brook, El pueblo de los malditos en versión de Wolf Rilla o de John Carpenter, Deliverance de John Boorman y cualquiera documental antropológico "a su manera" de Werner Herzog? Pues sí. El joven director francés Clément Cogitore lo ha conseguido con un filme extremadamente personal de apenas 50 minutos –así que no entra ni en la categoría de largometraje–, que se alzó con el Premio Zabaltegi Tabakalera en San Sebastián y logró una mención especial del jurado en el festival de Marsella del año pasado. Documenta, o eso parece, la vida cotidiana de dos familias instaladas de forma autónoma en la taiga siberiana, muy lejos de los focos de civilización, con sus costumbres rituales y sus enfrentamientos constantes. Solo los niños aspiran a una relación mejor. El resto de miembros de las dos familias ni se hablan: una barrera nada simbólica divide sus hábitats naturales en un espacio a la vez tan enorme y reducido.

    Cogitore, que con actores profesionales realizó en 2015 Ni le ciel, ni le terre, mezcla de drama bélico y fantasía sobrenatural en la guerra de Afganistán, se centra con Braguino en unos personajes a los que el Herzog más inspirado y socarrón también sacaría enorme partido. Planos alucinantes de helicópteros asomándose entre la niebla y las nubes, niños de cabello dorado y juegos salvajes, una niña vestida de rosa pero con pies de oso, los parajes agrestes, la presencia de los mosquitos, la rivalidad secular entre las dos familias acrecentada por el expolio de sus tierras y la llegada de cazadores en los citados helicópteros... Es el viejo mundo, o lo que puede quedar de él, dividido por una rivalidad atávica, y la amenaza del nuevo mundo, menos ancestral y más pragmático

    Braguino es un filme inclasificable y a su director solo convendría hacerle una pregunta. ¿Por qué ha decidido estructurar la historia con un metraje tan reducido? O una cuestión más: ¿Es que no tenía más material filmado con estos personajes? La sensación es que la experiencia se queda corta y no acaba de entenderse del todo porque dura 49 minutos en vez de 100. De ahí también su extraña fascinación, como si fuera un cuerpo desarticulado que va dando bandazos y a cada golpe aparece un nuevo estímulo o sorpresa que no tiene continuidad con la siguiente, y así sucesivamente. 

     

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