“La Calle Del Terror” es una entretenida trilogía de terror y slasher, dirigida por Leigh Janiak. Shadyside, 1994. Luego de unos violentos y extraños asesinatos, una adolescente y sus amigos se enfrentarán a una fuerza maligna que sembró el caos en el campamento de Nightwing en 1978, pero que se remonta a una historia de brujería en la Nueva Inglaterra de 1666. Los orígenes de “Fear Street” se remontan a octubre de 1997 cuando Hollywood Pictures firmó un acuerdo con la productora Parachute Entertainment para concretar una franquicia de películas de la saga literaria homónima (1989-1999) del escritor oriundo de Ohio Robert Lawrence Stine que aún estaba desarrollando, en la línea del exitoso neoslasher “Scream” de Wes Craven. Sin embargo, el proyecto nunca prosperó y debieron pasar 18 años, en 2015, para que 20th Century Studios y Chernin Entertainment acordaran concretar finalmente la producción del film, cuyo guión estaría a cargo de Kyle Killen. Sin embargo, en febrero de 2017, junto con anunciar la contratación de la directora Leigh Janiak, se anunció definitivamente que trataría de una trilogía de películas ambientadas en diferentes períodos de tiempo, pero unidas por un mismo leitmotiv desarrollado por la propia Janiak, además de Phil Graziadei y Zak Olkewicz, a partir del borrador de Killen.
Hay varios elementos interesantes en la estructura narrativa del relato que valen la pena detallar. El primero es la decisión de construir el relato global de aproximadamente 5.5 horas en uno esencialmente analéptico tanto en su estructura completa como capitular, lo que le confiere una perspectiva multidinámica al relato de cada episodio al incorporar elementos de tres diversas épocas, con un elemento en común que es necesario remontarse para conocer en su plenitud. Esto nos lleva al segundo elemento a destacar, que es su referencia tanto en su tono como en su narrativa y estilística a clásicos anteriores del subgénero slasher. Es así como la primera entrega ambientada en 1994 tiene fuertes influencias de la citada “Scream” de Wes Craven, la segunda contextualizada en 1978 a uno de los pilares del subgénero “Friday the 13th” de Sean S. Cunningham y la tercera recreada en 1666 en un film más cercano al drama histórico, “The New World” de Terrence Malick. Un tercer componente es ofrecer un relato que abraza todos los principios elementales del subgénero slasher, como veremos a continuación, al cual incorpora otros componentes dramáticos que han ganado más espacio en el último tiempo. De esta forma, en el film encontramos un evento sobrenatural, en este caso, una supuesta maldición a partir de la venganza de una supuesta bruja que se materializa en una serie de asesinos sobrenaturales sembrando el pánico y la muerte en un diminuto pueblo estadounidense, que remite a otros films clásicos del género como “It” de Tommy Lee Wallace y la versión de “Blair Witch Project” de Eduardo Sánchez y Daniel Myrick.
También es posible encontrar otros rasgos distintivos, me refiero a los adolescentes poco brillantes y sometidos a ciertos vicios, drogas y sexo casual que terminan masacrados, la ausencia de la policía (una ironía, de hecho) y adultos en los alrededores y, por supuesto, la clásica heroína que sobrevive y acaba con la masacre. Lo que nos lleva, por cierto, a los principales elementos dramáticos y sociales del leitmotiv, la distribución de riquezas y el racismo, pero sobre todo el lesbianismo. En la actualidad (a mediados de los 90) Shadyside y Sunnyvale son los dos pueblos resultantes del primer asentamiento inglés en la zona, conocido en el siglo XVII como Union. Si bien en el segundo y tercer episodio, “1978” y “1666” respectivamente, no se da mayor cuenta de la diferenciación socioeconómica al contextualizarse en un campamento de verano estándar y la recreación de un asentamiento esencialmente primitivo, en el primer episodio de “1994” se hace hincapié en que Shadyside es el epicentro del crimen en el país, con altas tasas de cesantía y pobreza, mientras que en Sunnyvale se vive todo lo contrario, siendo una zona muy próspera economicamente, con grandes y acomodadas zonas residenciales. Así, asistimos a la tensa relación que existe entre los jóvenes de ambos pueblos en la competencia anual de preparatorias, en el cual se advierten evidentes muestras de clasismo y racismo, que tiene como excusa la supuesta maldición de la bruja Sarah Fier y a la familia Goode como protagonista de la historia del pueblo desde tiempos muy antiguos.
Sin embargo, como ya mencioné en el párrafo anterior, y en tiempos en que el lesbianismo es tratado con franqueza y apertura, el leitmotiv se concentrará en la relación de Deena y Samantha en el episodio de “1994”, pero que se remonta hipotéticamente a 1666 con sus encarnaciones anteriores en Sarah Fier y Hannah Miller. Como es de esperarse, en el tercer episodio Leigh Janiak trabaja con soltura todos los elementos presentes de homofobia y discriminación de género que en aquellos tiempos llevaban a tildar la homosexualidad y el lesbianismo de una cuestión satánica y derechamente aberrante. Es abiertamente el motivo por el cual comienza toda la tragedia y la supuesta maldición de Shadyside, aunque como descubriremos luego será más bien la excusa perfecta para ocultar la verdadera razón del porque Shadyside carga con un historial interminable de crímenes y asesinatos. Entre sus vicios, y vaya que los tiene, se puede advertir algunos problemas de coherencia narrativa, especialmente en el capítulo de “1994” que recuerdan a los viejos slashers de los 80s, que curiosamente no se replican mucho en los episodios de “1978” y “1666”, en los que, valga resaltarlo, el contexto situacional sirve de excusa para no explicar la verosimilitud de los hechos. De la misma forma, en el episodio de “1994”, quizás porque en realidad Janiak pareciera estar recreando la historia en el siglo XXI y no a fines del siglo anterior, es posible advertir un discurso bastante pro lesbianismo que el episodio de “1978” y “1666” no tienen, el primero porque no lo menciona y el segundo porque es menos redundante al centrarse la historia más en descubrir la verdadera razón de la maldición y justificar la injusticia que se terminará haciendo con la supuesta villana. De cualquier forma, si el espectador no tiene problemas con esta cuestión principalmente, o derechamente tiene una mente más abierta, no debería en tratarse de un lastre que obligatoriamente tiene que bancarse.
Desde un punto de vista visual, la trilogía tiene una correcta ambientación y puesta en escena para las tres épocas en las que los hechos se van sucediendo. El fotógrafo Caleb Heymann trabaja esencialmente colores grisáceos en el episodio de “1666” para recrear al pueblo puritano de Union sumido en la primitividad social y religiosa, sumergido en una época oscura de supersticiones y paranoia, resultando muy interesante las secuencias en las cuevas subterráneas en donde se encuentra el origen de todo el entuerto. Por su parte, destaca la lograda recreación del campamento Nightwing que por varios momentos nos remite al legendario Crystal Lake de la franquicia “Friday the 13th”, probablemente el slasher más emblemático de la historia, junto con el seminal “Halloween” de John Carpenter. Quizás la menos convincente es la ambientación del Estados Unidos de “1994” que de no ser por algunas referencias musicales podría ser perfectamente confundido con estos tiempos. De cualquier forma, la diferenciación de las tres épocas está bien lograda. La filmación se inició en marzo de 2019, en Atlanta y East Point, Georgia y el Parque Estatal Hard Labor Creek en Rutledge y finalizó en septiembre del mismo año, con un total de 106 días. En abril de 2020, Chernin Entertainment terminó su acuerdo de distribución con 20th Century Studios y amarró un nuevo acuerdo con Netflix, a quien vendieron sus derechos en agosto del mismo año. La película se estrenó finalmente en julio de 2021 una por semana, recibiendo críticas generalmente positivas.
Las actuaciones son más bien flojas, destacar el reparto encabezado por Kiana Madeira, Olivia Scott Welch y Ashley Zuckerman, quien interpretaron a Deena Johnson/Sarah Fier, Samantha Fraser/Hannah Miller y Nick Goode/Solomon Goode, respectivamente, en los episodios “1994” y “1666”, a excepción de Zuckerman que aparece también en “1978”. En cualquier de los casos nunca es fácil equilibrar interpretaciones de personajes que deben ser diferentes, pero al mismo tiempo hacer una referencia a una encarnación. Les secundan Benjamin Flores Jr. como Josh Johnson/ Henry Fier, hermano de Deena/Sarah. Julia Rehwald encarna a Kate Schmidt/Lizzie, amiga de la pareja. Sadie Sink como Ziggy Berman adolescente y Gillian Jacobs como su versión adulta. Ted Sutherland es Nick Goode adolescente. Y para finalizar, Emily Rudd como Cindy Berman adolescente en el episodio de “1978”.
En definitiva, una entretenida trilogía que tiene varios elementos interesantes, como su estructura narrativa analéptica y los temas que trata. Es de destacar también la inusual efectividad de cada una de sus entregas como episodio individual y luego como film completo de 5,5 horas.
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