Crítica de SensaCine.com para La vida inmoral de la pareja ideal: Vodeviles adolescentes

El mito del primer amor es mucho más que recurrente en la ficción y tal vez sea la fantasía romántica más pegajosa de cuantas ha dado el ámbito del corazón. Sobre ese mito, entre la farsa y la fe ciega, se sustenta La vida inmoral de la pareja ideal, la nueva comedia del mexicano Manolo Caro y objeto pop de claras intenciones nostálgicas que, sin embargo, no logra ser demasiado consecuente con algunas de las aspiraciones que se propone. 

A través de la imagen del caballo de mar –simpático y delicado animal que elige a su pareja para toda la vida y una vez muere uno de ambos, también el otro–, Caro traza la vida de Lucio y Martina, dos jóvenes enamorados en la adolescencia que, milagros de la casualidad, se topan en el presente como quien no quiere la cosa. El clásico boy meets girl, pero reajustado a las amarguras de tener que confesar un presente no tan lustroso como se desearía, da pie así a un vodevil –de idas y venidas, confesiones y revelaciones sobre los secretos que acabaron separando a los amantes– menos original de lo que pretende su perpetrador. Si los adolescentes enamorados del pasado hacen gala de un espíritu rebelde y transgresor, aderezado por una playlist emocional que tanto mezcla a Soda Stereo con Duncan Dhu o Thalía, los adultos son incapaces de ocultar el profundo convencionalismo en el que han caído con el paso de los años. Ese desajuste provoca una distancia bastante severa con los personajes, hasta el punto de que los vericuetos emocionales de los protagonistas dejan de ser prioritarios, y una comienza a preguntarse qué pasó para que dos chavales tan sueltos muten en gente así de aburrida. 

A favor: Su nada escondida voluntad pop. 

En contra: Que los protagonistas en su versión adulta apenas tienen carisma.