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Cinefiloman
1.119 usuarios
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4,0
Publicada el 6 de diciembre de 2019
Deliciosa. Que un profesional con ochenta y tres años sea capaz de hacer su trabajo de manera que el resultado sea fresco, original y lleno de creatividad da una idea de cuanto ese profesional domina su oficio. Con los ingredientes ya conocidos de sus películas más emblemáticas: La ciudad de New York y una historia de amor con algunos enredos Woody Allen construye un film deliciosos, lleno de chispa, con diálogos ocurrentes, vivos, cargados de intención y guiños y unos personajes cincelados con una precisión y una maestría indiscutible. Además con ese añadido que supone esa New York tan particular de este director, tan suya, esa ciudad que en esencia ya no existe. Son los edificios, las calles, los hoteles, los paisajes de esa ciudad, pero el alma es la de hace muchos años, tantos como la memoria le permite mirar hacia atrás al director. Este anacronismo es la magia de su cine. Una historia de amor sencilla, con algún malentendido, algún enredo; una música alimentada de “standars” de jazz y la fuerza teatral de las situaciones que crea le permiten bordar a este genio del cine una vez más una obra maestra con cuatro mimbres. No ha sido necesario inventarse una historia loca, desorbitada; no han sido necesarios unos escenarios excesivos, rocambolescos; no ha hecho falta, en fin, lo excesivo. Simplemente talento: Imaginación, creatividad, sabiduría escénica y un texto preciso e ingenioso. Las interpretaciones de Elle Fanning, la pueblerina de Arizona que llega a New York, y la de Liev Schreiber, el director depresivo, al borde del derrumbe existencial, trasunto del propio Allen, lucen en la historia como dos faros. Ellen Fanning se come todo lo que se pone a su lado y sólo Liev Schreiber es capaz de darle la replica a la acertadísima interpretación de esta actriz. Los demás actores, como suele suceder en las pelis de Allen, están a lo que este se les dice pero no acaban de creérselo. Algo que dota a sus películas de un sabor teatral aunque pasen bajo una tormenta o en el interior de un útero. Echábamos de menos a este mago del ingenio cinematográfico que con la sencillez construye pequeños diamantes. Repito, deliciosa la película. Gracias Sr. Allen por evidenciar que todavía se puede hacer cine dese el simple y sencillo talento del contador de historias. Sin más.
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3,0
Publicada el 1 de abril de 2020
Woody Allen hace bastante tiempo que suele repetirse, aunque es un acto consciente ya que su obra es casi un gigantesco autorretrato, sobre todo en lo que a las relaciones sentimentales se refiere. Los diálogos son, como en casi todos sus últimos trabajos, excesivamente mascados y explicativos, además de carecer de la chispa de sus mejores películas. Eso sí, "Día de lluvia en Nueva York" es visualmente bonita, entretenida y un bonito paseo por Manhattan. Tiene momentos divertidos y es llevadera, pero se resuelve de una forma totalmente precipitada que le resta mucho en global y te deja con la sensación de estar mal acabada.
Rainy day in New York. Día de lluvia en Nueva York me ha gustado, algo influye el hecho de que sea Woody Allen, un grande del cine, el director y escritor de la obra. El título bien podría haber sido Día de encuentros en Nueva York, por las veces que eso ocurre, ello es curioso en una ciudad tan grande, la cual esta vez aparece algo desvestida de avenidas y rascacielos y se vuelve cercana, casi se puede tocar. El combustible para el motor del film es, otra vez, las relaciones de parejas y al final, el amor, una temática habitual de Allen que siempre hace película. Está también la música, extraordinaria, quizá Woody sea más músico de corazón que cineasta. No falta el glamour, gente guapa, rica, famosa, escenarios envidiables. Y Nueva York, que está presente en el título. El sentido del humor de Woody Allen es otro ingrediente característico, que en esta Día de lluvia en Nueva York sazona con discreción, tiene su momento el chiste verde, pero elegante y también su sitio para reírse un poco de sí mismo. Es de sospechar que cuando una obra es sencilla de ver haya habido talento y trabajo en ella. Se agradece que tantas cosas sean posibles para que uno pueda enriquecerse y vivir noventa minutos en el cine que merezcan la pena. Pues gracias.
La película muy bien, los actores también pero con excesiva verborrea y con la repetición de los mismos temas de siempre. El director se repite una y otra vez en las mismos diálogos en muchas de sus películas. No sale de esos diálogos y temas repetitivos. Aún así es buena.