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    Godzilla
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Godzilla

    Lagarto, lagarto

    por Nestor Hidalgo

    El alemán Roland Emmerich se ha ganado un merecido estatus dentro del cine de gran presupuesto hollywoodiense como destructor oficial de la geografía de Estados Unidos y, especialmente, de la ciudad de Nueva York, que también suele utilizar como máximo representante simbólico de la población terrestre enfrentada a toda suerte de catástrofes planetarias. Su traslado de Godzilla, la gran figura de los kaijū eiga japoneses, a un escenario estadounidense mantiene todas las constantes de su concepción del cine de gran espectáculo, muy influida por la herencia spielbergana de los 80 a la hora de caracterizar personajes, distribuir los impactos de acción o mostrar cierta fascinación ante el deslumbre de lo desconocido, por muy letal que resulte.

    El cambio geográfico y la actualización de la fórmula en esta versión se completaron con un pequeño rediseño del habitual dinosaurio semiantropomorfo de las cintas clásicas del estudio Toho, que aquí resulta más similar a una iguana gigantesca con crías muy deudoras del tiranosaurio rex de 'Parque Jurásico'. El resto sigue el consabido esquema de las monster movies tradicionales, con sus secuencias de destrucción urbana y aniquilamiento de edificios singulares, personajes comunes intentando sobrevivir (un reparto especialmente trash integrado por Matthew Broderick, Maria Pitillo, Hank Azaria o Kevin Dunn) y el ejército demostrándose incapaz de hacer frente a la amenaza si emplea sólo la potencia armamentística en vez de la inteligencia humana. Conociendo los referentes, es imposible sentirse engañado.

    A favor: Los momentos de humor voluntario.

    En contra: Los momentos de humor involuntario.

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