Una cosa le ha faltado a esta película para ser una obra sobresaliente, brillante. El texto. No el guión, no, pues me parece preciso, bien estructurado, sino lo que tiene que haber dentro del guión. El contenido. Ha faltado un escritor de enjundia, con fundamento, creatividad, para darle el empujón preciso a lo que íbamos viendo, que al no tener ese sustento pues se ha quedado en aguas de borrajas, algo fallido.
Todo acompaña a lo que debería ser la historia de un ser frustrado, discriminado, abusado, fracasado para convertirse en un paradigma por desgracia bastante actual en nuestra sociedad y desde ese planteamiento cargar la narración de reflexiones, preguntas, soliloquios. Acompaña la fotografía oscura en una ciudad masificada, fría, inhumana. Acompaña un extraordinario Joaquim Phoenix, como siempre, que a pesar de interpretar muchas veces a personajes desmesurados nunca resulta excesivo, no cae en el histrionismo, manteniéndose en el filo como un extraordinario funambulista. Hasta Robert de Niro vuelve a ser actor y hace de locutor de televisión y no de Robert de Niro.
La figura del Joker con ese saber hacer de Phoenix y el trabajo primoroso de encuadres y medios planos, exacto del director nos presenta todo lo que estéticamente se le puede sacar al personaje.
Y a pesar de deslizarse una cierta crítica social, de plantear una posible rebelión de las clases desheredadas, que no me parece tan improbable, no ha cuajado el resultado.
Yo creo que si los redactores del texto, antes de escribirlo, se hubieran empapado de las tragedias de Shakespeare, por ejemplo, hubieran adquirido la solidez, la profundidad que le falta a los diálogos del film e incluso algún hallazgo del tipo “yo he visto más allá…”
Pero no ha sido posible.
Una película que se ve muy bien y muy a gusto por los ingredientes antes mencionados pero que me ha dejado con hambre.