“Joker” es un deslumbrante y escalofriante drama de crítica social, dirigido por Todd Phillips y protagonizado por Joaquin Phoenix. En los tiempos que vivimos de crisis económicas y políticas, de gente sin recursos y gente poderosa. Aparece esta película que bien podría haberse llamado “Pepito” para enseñarnos la caída a los infiernos de Arthur Fleck. No es un personaje que en su totalidad nos quede lejos, todos nos hemos sentido alguna vez como Arthur, ignorados por la sociedad, maltratados por un sistema que escucha al que tiene dinero e invisibiliza al que no tiene. Gothan podría ser la Nueva York en la que se inspira y la época en la que está enclavada podría ser esta, en la que el humor es lo que unos dicen que puede ser humor y la comedia anda con pies de plomo para no ofender. Joker es la propia revolución que se plantea en el film y un discurso sobre el dolor físico y mental. Arthur Fleck no solo debe sobrevivir a su desorden de la risa y a sus muchos traumas, además cuida de su madre mientras que su trabajo pende de un hilo. La vida, el día a día hacen que poco a poco valla descendiendo a un valle de locura, tristeza y miseria. Estamos ante un categórico golpe contra el sistema, que debido a su complejidad, creo que ha sido malinterpretado. No es una oda a la violencia, ni una coartada que justifique el crimen.
Es una obra radicalmente alejada de las películas de superhéroes al uso, que se nutre de la horrible realidad posmoderna de la sociedad actual. Sus influencias están en el sucio y violento cine norteamericano de los 70s, con claras influencias del cine de Scorsese, especialmente de “Taxi Driver”, lo que vuelve más icónica y simbólica la presencia de Robert De Niro en el reparto. La construcción de la personalidad de Arthur Fleck, a pesar de la redundancia de Phillips al recordanos una y otra vez que se trata de un sujeto con aspiraciones cómicas, es bastante pragmática y tiene sus mayores aciertos en presentar al Joker ya no como un psicótico genio del mal destinado a hacerlo y destacar en una sociedad decadente, sino como un completo agente del caos dispuesto a encender la mecha de una sociedad cansada de la injusticia social y los abusos de las autoridades. No obstante, el trastorno que sufre Arthur Fleck, en sí mismo, es la mejor metáfora de la película respecto al despertar del “joker” en el aspirante a comediante. La risa histérica, descontrolada y compulsiva del joker surge a partir de una enfermedad pisquiátrica conocida como epilepsia gelástica y aparece en un comienzo siendo un rasgo que claramente atormenta a un ya de por sí martirizado Arthur Fleck y que le inhiba socialmente, para luego volverse un elemento distintivo de su nueva faceta desinhibida y vengadora que sirve de instrumento para liberar traumas y represiones internas acumuladas durante años. Y no sólo, está decidido a mostrar a la sociedad y al sistema qué pasa cuando se decide abandonar la asistencia médica a los más desfavorecidos por recortes presupuestarios custionables y se incita el desprecio por quienes son raros o tienen algun tipo de conducta poco convencional.
De esta forma, si Nolan humanizó al Joker en “The Dark Knight” (2008) y le hizo totalmente creíble como delincuente, Phillips y Silver van un paso más allá y se aventuran a enrostrarnos (sobre todo a los que no quieren verlo) que no se necesita tener un perfil sociópata para convertirse en un “Joker” y desatar el caos, sino que cualquiera que aproveche la “desatención” del modelo social y que tenga la inteligencia y visión suficiente para darse cuenta que vive inmerso y atrapado en un mundo colmado de abusos e injusticias, puede convertirse en uno. Así, el joker surge como la materialización del individuo abusado y desatendido que abraza la oscuridad y la violencia como métodos para recordarle a la sociedad que existe y que en gran medida es fruto de su propia dinámica social, una contrarespuesta violenta a la violencia que sufre por su condición social y que el espectador puede valorar e incluso validar si quiere, pero que Phillips nada más expone como una realidad que las autoridades siempre quieren esconder u omitir. Otros aspectos a destacar del film es, la estética, es perfecta y refleja a la perfección la pobre situación económica y social de la ciudad de Gotham, una ciudad en la que el rechazo de los ricos hacia la gente desfavorecida es cada vez más grande. A pesar de contar con un personaje y una ciudad ficticia sabe como tocar la tecla y emocionarnos, todo ello gracias a que sabe plasmar a la perfección dichos problemas cotidianos en la ficción, dándole un toque brutal de seriedad y realismo a la cinta. La banda sonora es sensacional. La dirección de Todd Phillips es muy decente, quizás no diría de alabanza, pero con un buen guión, sabe llevar la historia sin hacerla pesada y dando un dinamismo muy bueno entre escena y escena, con una fotografía de ensueño y encuadres muy buenos.
Las actuaciones son magníficas, pero como era de esperar, la joya de la corona en esta cinta es Joaquin Phoenix, está sencillamente brillante. No hay palabras, ni premios, ni galardones que puedan congratular el trabajo que ha realizado de la forma que merece. Hace algo que jamás habia visto y a parte del trabajo de modulación de voz y de los probables 20 kilos que haya perdido, si algo es fascinante es el trabajo con la risa, como puede hacerte ver que su risa es dolor para él, como se atraganta con sus carcajadas mientras caen las lagrimas. Robert DeNiro, por su parte, a pesar de tener una intervención bastante secundaria, no hace más que engrandecer el film con su mera aparición. Interpreta a Murray Franklin, presentador de un programa de entrevistas que juega un papel en la caída de Fleck y que según el propio doble ganador del Oscar es un homenaje de su personaje Rupert Pupkin en “The King of Comedy” (1983) de Martin Scorsese, un comediante obsesionado con un presentador de entrevistas en televisión. El reparto lo completan Frances Conroy, quien encarna a Penny Fleck, madre de Arthur, enferma mental postrada que trabajó alguna vez para Thomas Wayne y del cual dice que tuvo un hijo bastardo. Zazie Beetz personificó a Sophie Dumond, madre soltera que se convierte en interés amoroso de Arthur. Brett Cullen reemplazó a Alec Baldwin como Thomas Wayne, el padre del futuro Batman y que tiene un carácter bastante más agrio y despreciativo hacia los más pobres.
En definitiva, una interesante radiografía a los problemas de la sociedad moderna, demasiado preocupada del consumismo y el individualismo, una crítica a la autoridad que desestima el poder de las masas y descuida peligrosamente sus deberes y obligaciones con el ciudadano, permitiendo que se genera un descontento que sirve de caldo de cultivo para peores lacras sociales. Es la demencia del individuo como consecuencia inevitable de la locura social y viceversa. El filme más incómodo socialmente que se haya visto en mucho tiempo. Desagradable, cruel, perturbador... Y donde el despliegue físico de cuerpo, rostro y mirada de Joaquin Phoenix se convierte en un recital de talento puro. Con una actuación que posiblemente marcará un antes y un después en la historia cinematográfica.
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