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    El Ángel
    Críticas
    3,5
    Buena
    El Ángel

    Retrato de un asesino

    por Quim Casas

    Luis Ortega, director de El Ángel, explicaba en el festival de San Sebastián que cuando se relata la historia de un asesino en una película, un buen número de espectadores, no todos, pero la mayoría (y de la crítica, también), esperan que el criminal sea sentenciado por el cineasta. Él no lo hace en su retrato del asesino múltiple argentino Carlos Robledo Puch, conocido como El Ángel por su físico adolescente, cabello rubio y presencia de bello querubín angelical, como tampoco Gus Van Sant evaluó a los responsables de la masacre de Columbine en Elephant y ya entonces, en 2003, parte de la crítica presente en el festival de Cannes le cuestionó su decisión. La respuesta que Van Sant dio entonces a la prensa cinematográfica que pensaba así la suscribiría Luis Ortega: vino a decir que el caso ya había sido comentado y juzgado tanto en los tribunales como en la opinión pública, y que la misión del artista no es la de juzgar sino la de contemplar y crear desde otras perspectivas posibles.

    Van Sant eligió una de estas perspectivas. Lo mismo ha hecho Ortega: El Ángel es la crónica sin afecto, elogiosa en su distancia emocional, del día a día de este joven asesino en serie y su relación con el mundo. No es exactamente lo mismo, pero tampoco estamos tan lejos del estilo neutro utilizado por John McNaughton en Henry, retrato de un asesino, aunque el director estadounidense se acogía a una cierta imagen documental mientras que el argentino hace explícita en todo momento su voluntad de recrear una época, unos gestos, unas actitudes, músicas y componentes visuales.

    Admirador de Malas calles y de Bonnie y Clyde, Ortega ha hecho lo mismo que Terrence Malick y Arthur Penn, basarse en los hechos reales sin dejar de incorporar elementos de la cosecha de la ficción. No es pues un retrato fidedigno de lo que hizo Robledo Puch en sus convulsos días de existencia criminal en los años ochenta. Algo parecido había hecho previamente Ortega con la serie televisiva Historia de un clan, otra crónica negra argentina inspirada en los mismos personajes y acontecimientos relatados por Pablo Trapero en El clan. Pero es que además, ciertos aspectos argumentales de El Ángel pertenecen a las experiencias del propio Ortega, cuando, influenciado por la madre de su mejor amigo, se colaba en casas de otros en aquellos mismos años ochenta en que lo hacía Robledo Puch.

    Es curiosa, pues, la lectura y valoración que provoca una película como El Ángel, siendo a la vez crónica negra, drama criminal, retrato de una época, documento y ficción y, también, autobiografía sesgada del director mediante las peripecias de un asesino real. De ahí la mezcla nada imposible de distancia y proximidad emocional que tiene el filme, de hieratismo y de cercanía al contemplar las decisiones de su protagonista, alguien que hace lo que hace sin reflexión alguna. Luis Ortega ha contado una parte de la historia reciente de Argentina a la vez que se ha contado un poco más a sí mismo.

     

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