Pelicula española del 2019, de una duración de 103 minutos, bajo dirección y guión de Alejandro Almenabar, con un de 6.380.000. Drama Historico.
El discurso de Unamuno en su intervencion sobre la Raza en la Universidad de Salamanca en la Guerra Civil, vuelve a suscitar sensibilidades politicas entre unos y otros ante este revisionismo histórico.
Lo que aborda este film es la represión de los golpistas en Salamanca, cada vez más dura a medida que se asentaba el conflicto. Bajo el enfasis importante del denoninado mando unico en el bando nacional.
Es verdad que el metraje solo habla de un lado, ya que incapaz de sacar ni un soldado republicano en todo la cinta, como si toda Salamanca hubiera sido golpista sin una sola duda, pese a que el guion se empeñe -una y otra vez- en poner en boca de algún personaje que "los republicanos están cometiendo los mismos crímenes que los nacionales" . La violencia que vemos en pantalla es franquista, y darle una representación, recrearla, es ya una toma de posición.
En lo que el director patina para caer de culo es en su manera de proponer una «tercera vía» alternativa e inofensiva a las dos Españas. Sin entrar a valorar la legitimidad ideológica de defender un camino alejado de unos y otros para llevar la reflexión hasta nuestros días, se equivoca en la forma de expresar ese mensaje a nivel cinematográfico. Aunque pueda parecer valiente el ponerlo sobre la mesa a través de las contradicciones y vivencias de un pensador como Unamuno, lo que hace Amenábar es más bien cobarde. Primero, por intelectualizar su posición con muchas palabras y no a través de las imágenes (por ejemplo, con las conversaciones que mantiene el escritor y su amigo Salvador Vila, el alma republicana de la película) y, segundo, por dramatizarla a medida que Unamuno «despierta» y hay que llegar al clímax del famoso episodio en el paraninfo de la Universidad.
El resultado es que la teoría se queda a un nivel superficial como acercamiento a la filosofía de Unamuno y la parte dramática del Miguel persona no conecta porque no se ha creado la intimidad necesaria a lo largo del metraje (unos cuantos sueños-flashbacks tampoco lo arreglan). Amenábar lleva su inocente tercera vía incluso a su forma de hacer cine, y toma la inútil carretera del medio. Es cierto que era complicado hacerlo bien porque hay distintas explicaciones a lo que hizo Unamuno en aquellos turbulentos meses del 36, pero la forma de expresarlo en la pelicula es estéril en las dos lecturas.
Donde Amenábar no tiene por qué elaborar ninguna teoría y se guía por lo que intuitivamente le interesa, la película crece. Eso pasa en las partes en las que vemos los entresijos del bando nacional y la paulatina escalada de Franco para hacerse con todo el poder al inicio de la guerra. Además de que se cuentan unos meses que en cine de ficción nunca se han contado (la previa del golpe la encontramos en Dragon Rapide), lo más interesante y con matices de la película es el retrato que se hace de Franco. Bastante más parecido al de Dragon Rapide que al de otras ficciones donde el retrato psicológico del dictador es casi inexistente, aquí vemos a un Franco dubitativo, cauteloso -o cobarde, según se mire- y calculador. Incluso a un protodictador muy influenciado por su mujer.
Los tramos donde aparecen los golpistas son los más sutiles, simbólicos y potentes de toda la película, aupados por las buenas interpretaciones de Eduard Fernández (Millán Astray) y Santi Prego (Franco). La sensación que queda es que a Amenábar, en realidad, lo que le interesaba era contar esa parte de la historia.
Un día más tarde, en el decreto final, esa parte fue suprimida. Franco se aseguraba el poder más allá del conflicto bélico.
Unamuno parece entonces el pretexto para contar una trama político-militar mucho más estimulante. La mala noticia para la película es que Unamuno es el protagonista y sobre el que pivota toda la trama.
Ni la pericia técnica, ni el dominio formal del que hace gala un talento como Amenábar tapan el hecho de que estamos ante una película que apunta muy alto, y luego no dispara en el blanco. Es más que legítima la crítica política o histórica, pero hay razones cinematográficas suficientes para criticarla sin recurrir a ellas.
Lo mejor:
La magistral interpretacion de Ejaldel que le ha puesto en la parte alta de los actores españoles.
Lo peor:
La limitada perspectiva historica del trauna de la guerra civil.