Robots para una tarde de domingo
por Sara HerediaA pesar de todo lo que se ha dicho sobre Estado Eléctrico, es una película que cumple con la función para la que fue creada: puro entretenimiento para pasar una tarde de domingo. Es difícil imaginar que los mismos directores que hicieron Vengadores: Infinity War y Vengadores: Endgame puedan fracasar en una producción de la misma envergadura. Al fin y al cabo, los hermanos Russo tienen una amplia experiencia dirigiendo proyectos de gran escala donde los efectos visuales juegan un papel fundamental en el resultado final. En otras palabras, saben cómo producir un largometraje con buen acabado y que llegue al notable y eso es justo lo que es esta película.
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Michelle, una joven aventurera, y su robot, Skip, intentan viajar hacia el oeste para llegar a la costa del Pacífico, atravesando una América futurista que ha sido casi aniquilada por una guerra civil y por una misteriosa especie de drones monstruosos. A lo largo de su travesía, ambos se encuentran con gigantescos buques de guerra que parecen montañas de metal y con humanos enganchados a la realidad virtual, siempre conectados a sus auriculares. Ubicada en un universo alternativo de los años 90, la trama combina elementos de nostalgia con la ciencia ficción.
Al frente del reparto está Millie Bobby Brown como la adolescente huérfana que busca a su hermano. La actriz ofrece una interpretación bastante solvente, pero no es nada que no hayamos visto ya en varias ocasiones. Y a su lado Chris Pratt, quien, a pesar de repetir casi punto por punto su papel en Guardianes de la galaxia como el carismático Peter Quill, es una de las partes que mejor funciona de la cinta y un contrapunto importante para la parte más dramática.
Estado Eléctrico es una película primordialmente visual que pierde fuerza en la narración. Y eso que los Russo lo tenían fácil porque está basada en la novela gráfica homónima de Simon Stålenhag. Ellos mismos dicen que lo que les atrajo de la historia fue su parte más estética y, en este sentido, no hay quejas. Las imágenes de la cinta son impresionantes y logran crear un universo único en el que uno puede sumergirse visualmente. Con una estética retrofuturista que, en ocasiones, recuerda a Star Wars, los robots de la película se convierten en personajes entrañables a los que te gusta acompañar. Sin embargo, lo realmente fascinante son las ruinas del mundo pre-guerra que Michelle y Keats van descubriendo mientras recorren el desolado paisaje a bordo de su furgoneta destartalada. Los Russo han logrado crear escenas visualmente hermosas, pero, sin la profundidad del guion, estas quedan reducidas a bonitos fondos de pantalla.