Crítica de SensaCine.com para Nadie (Nobody): Muchas tortas y humor negro a un ritmo trepidante

Un nuevo John Wick pero en lugar de con Keanu Reeves con Bob Odenkirk. Él es alma de Nadie. Nos había ganado por completo con Better Call Saul una de las mejores series contemporáneas. Y ahora vuelve a hacer uso de ese poder para hacernos empatiza con su persoaje, como ya lo hizo con Saul Goodman. Porque Odenkirk tiene una peculiaridad muy chula que han sabido identificar muy bien los guionistas tanto en Better Call Saul como en Nadie y es que tiene alma de perdedor nato pero que de vez en cuando te mete un golazo. 

Ese Don Nadie al que siempre se le infravalora. Uno de esos personajes a quienes parece que todo les sale mal, pero que en el fondo tiene un plan  en marcha. Por eso las sorpresas que forman parte de la narración de esta película funciona tan bien en la trama.

Nadie cuenta la historia de lo que le ocurre a Hutch Mansell (Bob Odenkirk), un padre de familia convencional, cuando unos ladrones asaltan su hogar. Aunque durante el asalto asume un rol pasivo y no defiende a sus seres queridos para evitar que haya violencia, la furia aparecerá más tarde. Porque, en el fondo, sueña con regresar a ese pasado suyo como una especie de James Bond con menos glamur. Y las secuelas del incidente hacen que estalle y libere la rabia que lleva acumulando durante años.

Tras el atraco, los suyos le tachan como persona 'non grata' hasta que, sorpresa, acaba con esos hombres cuando vuelve a toparse con ellos. Así recupera su autoestima, aunque los Mansell pasan a ser el objetivo de un vengativo capo de la droga. Y así, con la lección bien aprendida, Hutch hará lo que haga falta para que su mujer Becca (Connie Nielsen) y los demás no vuelvan a tratarlo como a un cobarde.

Estamos ante una peli de acción con muchas tortas, mucho humor y dirigida por el joven director ruso Ilya Naishuller (1983) que ya había dirigido en 2015 HardCore Henry, y pone en escena un guión de Derek Kolstad, que ya fue responsable de la trilogía de la saga John Wick. 

El punto de partida es similar a la saga de Reeves con la que comparte productor. En esta película el robo de un coche y el asesinato del perro de Keanu Reeves es el desencadenante de tres películas y multitud de cadáveres. Pero en este caso es el asalto a la casa familiar del protagonista, con una vida rutinaria muy marcada y gris, lo que de pronto desencadena que el protagonista saque al action man increíble que lleva dentro.  

Fotograma de la película 'Ejecutor' de Arnold Schwarzenegger de 1986.

Aunque a primera vista comparte detonante con John Wick, me ha recordado más a un cruce entre los películas un poco más antiguas y desconocidas: me ha recordado a la desmadrada violencia de la película Ejecutor, un filme de Arnold Schwarzenegger, cuando aún no había protagonizado Terminator y el que la desmesura es la nota dominante. Y podríamos mezclarla  con El Justiciero de la Ciudad de Charles Bronson, en la que un hombre se toma la justicia por su mano y establece una venganza brutal. 

En Nadie tenemos una sensación similar a la mezcla de estas dos películas. Pero además, aparte de las múltiples escenas de acción, algo que se repite mucho a lo largo de la película son los antónimos audiovisuales: por ejemplo escenas de mucha carga violenta van acompañadas, por ejemplo, de una música melódica, armoniosa y pausada para provocar la risa del humor negro. La pena es que no siempre funciona y a veces resulta un poco repetitivo. 

Bob Odenkirk en su momento venganza en 'Nadie'

Completan el elenco unos secundarios excepcionales, el coro perfecto para un siempre excepcional Bob Odenkirk como Connie Nielsen (Wonder Woman 1984) y Christopher Lloyd (Regreso al futuro). La película nos deja además de toda esa acción, la empatía con el personaje y el humor negro, una brutal secuencia de acción en un autobús.

Nadie es una película perfecta para la evasión. Son 90 minutos de un divertimento súper rápido, divertido y con una equilibrada mezcla de acción y humor negro.