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    Hereditary
    Críticas
    5,0
    Obra maestra
    Hereditary

    Satán, 'mon amour'

    por Marcos Gandía

    Cuando todo parecía predecible, a veces agradablemente predecible, en esta nueva edad de oro del cine de terror, llega esta descolocadora y magistral Hereditary para socavar a lo bestia la zona de comodidad que pensábamos tener con respecto a este boom de films sobre fantasmas, 'slashers' revisitados y sustos de manual. La sensación de sentirse totalmente perdido a lo largo de todo el metraje de la película, de no saber nunca qué demonios está sucediendo, hacia dónde vamos, hacia dónde van los personajes, es ya una buena noticia.

    No hay guiños, pese a que alguna escena (la fugaz aparición del espectro de la abuela) juegue a llevarnos a un terreno conocido, para, al instante, volver a abrir un abismo bajo nuestros pies y quedar a la merced de una serie de hechos, una serie de catastróficas desdichas (algunas de ellas ya anunciadas, o premonitorias, en un ejercicio de forma dramática que recuerda a una poesía… o a un conjuro diabólico) que cada vez son más surrealistas, más ajenas a la realidad. No es la primera ocasión en la que el género se pone así, tan malrrollero, tan críptico, tan como uno se siente al leer a, por ejemplo, H. P. Lovecraft. Recordemos obras que, como Hereditary, comienzan siendo algo, una cosa, como un drama familiar sacudido por la muerte y por otras muertes absurdas, caso de Amenaza en la sombra, de Nicolas Roeg, o la brillante adaptación que firmara Mary Lambert del Cementerio de animales de Stephen King. Como en la novela del genio de Maine, Hereditary nos narra, de manera no narrativa, la destrucción de una familia. Lo hace sin guiños, sin referentes o referencias a primera vista reconocibles (de ahí que hasta el espectador más repelentemente listillo se descubra fuera de juego… y sobrecogido), pero lo hace de forma implacable.

    Incluso si uno pretende asirse a un flotador como el de estar ante una variación más mainstream (que no) del cine extrañante de Yorgos Lanthimos, en especial de El sacrifico de un ciervo sagrado, va a ver que tampoco las cosas van por ahí. Suerte de infección con aspecto de película de género, de casa de muñecas donde el Mal se divierte con unos muñecos grotescos, Hereditary consigue helarte la sangre con sus instantes de horror en estado puro (el accidente en la carretera, el grito/maldición silencioso), con su progresiva inmersión en la locura, en una milenaria invocación al terror, al cual solamente podemos rendir pleitesía con una reverencia de discípulos decapitados.

    A favor: Su originalidad y su progresivo sumergimiento en las raíces del Mal.

    En contra: Que no se conecte con ella.

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