Wim Wenders, representante del New Wave alemán de los 70, está enamorado de la América que nos muestra en este film.
Se puede sentir ese amor viendo Paris, Texas. Agradecemos a Wenders que dirija autoritario sin gritos, ni ademanes y además carente de. manipulación barata.
Wenders nos invita a ver con ternura un rincón de América a través de este film.
En la primera escena se muestra como nuestro protagonista, el hermano perdido de una familia, llega a una gasolinera en medio del desierto. Lleno de arena y polvo y con las zapatillas a jirones, sólo vuelve a tomar contacto con la civilización, cuando ya está exhausto de caminar y al borde del colapso.
Sufre un shock por deshidratación justo cuando ya ha alcanzado la máquina de los refrescos de la gasolinera.
Ese colapso le lleva a recibir atención médica y así cae la primera ficha del dominó: llaman al hermano formal, listado como contacto de emergencias, para atender las necesidades de este ser intrigante, que además se niega a pronunciar palabra.
Nuestro protagonista se mete de lleno entre vidas normales y grises. Reaparece tímido, penitente, frágil. Un antihéroe en toda regla. Se enfrenta a la cotidianidad y a los sentimientos que provoca la convivencia en familia.
Paris, Texas tiene como motor el enigma del hermano que desapareció abandonando a su hijo y lo dejó con el matrimonio de su hermano. ¿Qué ha hecho todo este tiempo?¿Qué va a hacer ahora? ¿Se va a llevar al hijo que ya no es suyo? ¿está bien que pase tiempo con su hijo biológico y disfrute de su compañía? ¿Qué sentimientos albergará el chaval? Y finalmente, ¿Qué hay de la madre? Wenders nos dosifica con cuentagotas las respuestas.
Dicen los entendidos que Paris, Texas es un western debido a la fotografía y a otros aspectos. Lo de decir que es un Western está muy de moda.
Es cierto que esteticamente tiene grandes superficies desérticas y que utilizan coches para desplazarse, al igual que en el oeste utilizaban caballos. Además París, Texas tiene un ritmo pausado como el de algún western de cocción lenta, uno de esos en los que la tensión va creciendo hasta explotar en el tiroteo final. Paris, Texas, en vez de acabar con un tiroteo final acaba con una conversación nuclear.
Si el mero hecho de cumplir estas condiciones es suficiente para clasificar el film como un Western que así sea. Eso sí, nos toca también reclasificar tantos otros films en los que se usen coches para desplazarse y cuyo final sea interesante y con giros.
En cualquier caso, Western o no, el final es sin duda de las mejores escenas cinematográficas de las décadas de los 80 y 90.
Una única garantía: no dejará indiferente al espectador.