Película Belga del 2018, de una duración de 100 minutos, con una valoracion de 6/10, bajo dirección y guión de Lukas Dhoount, con un presupuesto de 1.500.000. debut en largometraje de este director.
Desde que el realizador belga Dhont, leyó en el diario el caso de la bailarina Nora Monsecour, quedando conmovió, en el que nueve años despues ofreció el reflejo de ésta historia.
El director ya desde el guión, opta por verbalizar lo menos posible el conflictos, y que la angustia y el dolor se comparta a partir de los gestos, las miradas, y las poses, en el que refleje todo lo que se buye en el ambiente desde la tensión interior.
En esta historia a penas encontraremos acoso, rechazo social, o el salir del armario, ya que todo el conflito se basa, en el reto, y el rechazo que encuentra la protagonista con ella misma.
El dolor físico, no sólo el hormonal sino también el que conlleva ser bailarina de ballet como un reto muy exigente.
Pero el realizador parece ponerlos como en paralelo, como si tendiera una alegoría con los pies ensangrentados y el suplicio y los daños de las exigencias con la angustia y la ansiedad interna de Lara, en la que muestras sin tapujos el crechendo para estallar.
Este sensitivo filme se asienta en torno a tres pilares la danza, la transformación, y la identidad.
El cineasta Dhont posa su perspectiva en este curioso personaje que le sirve para abrir
vías al espectador:
En un primer lugar, la adolescencia como periodo de cambio donde nada está escrito. No hay nada peor que la incertidumbre sumado a la impaciencia. Esta conjunción de factores genera la gran línea dramática del filme, que en un acto de valentía lleva hasta las últimas consecuencias.
En segundo lugar, nuestra heroína desea ser una gran bailarina. Lo malo es que los deseos se ven determinados por las limitaciones corporales en este caso. Todo ello hace que nuestra protagonista se sumerja en un auténtico caos emocional. Muchas veces, nosotros somos nuestro autentico demonio, el auténtico tormento y éxtasis, en función de cómo nos tomemos la vida. Así es como Dhont construye esta versión moderna y adulta del clásico infantil del patito feo
Además el guion abre la puerta para hablar de la tolerancia, gracias a esa galería de personajes secundarios, desde las compañeras de colegio, a esa maravillosa maestra de baile, que la entiende, comprende, pero sabe que la danza es un mundo duro, que sólo entiende de una palabra: sacrificio. De tal forma que el guion habla de diversidad, amor, diferencia, dolor, aceptación, empatia, sexo, es decir, habla de la vida misma huyendo de dogmatismos. Es un filme franco, honesto y sensible
Desde el punto de vista narrativo, apuesta por una fotografía que rezuma realismo dominada por unos encuadres precisos y sumamente estéticos. Donde la influencia de pintores como Edgar Degas son más que evidentes. La forma con la que mira al personaje y sus compañeras o maestra. Cómo mueve la cámara, estableciendo una particular coreografía entre los personajes y este autor belga. Es del todo atrevida, la decisión de despojar de música el relato verbal para sólo introducirla acompañando a las escenas de danza. Así es como construye de una manera simple la complejidad psicológica del relato y lo dota de una gran verosimilitud. Los diálogos escritos por Dhont están llenos de vida, suenan a realidad. Ahí es donde brillan Victor Polster y Arieh Worthalter, que interpretan respectivamente a Lara y su padre, Mathias. La complicidad que hay entre ambos actores es increíble. Sus interpretaciones están llenas de vida, es una película llena de sensaciones que hará reflexionar al espectador, y nos da prueba del sobrado talento de este autor belga, que le hará entrar en las listas de los grandes premios del año
Lo mejor:
la naturalidad y delicadeza con la que está contada una historia angustiante.
Lo peor:
En el que aunque coherente, desconcierta el relato tan contenido y interiorizado.