Un buen amante del cine, uno de verdad, tiene la obligada (y satisfactoria) tarea de visionar una serie de títulos indispensables para el entendimiento del cine. Tanto el de hoy en día como el de antaño. Un buen puñado de títulos, que por suerte o por desgracia, han sido nombrados en tantas ocasiones como Obras Maestras indiscutibles, que a buen seguro, más de un aficionado al cine aún no ha visto. Tal vez por saturación, de prejuicios o falta de ánimos para afrontar monumentales títulos, el verdadero cinéfilo no puede irse a la tumba sin retener en sus pupilas trabajos tan poderosos y fascinantes como 'Ciudadano Kane' (1941), 'Vértigo' (1958), 'Nosferatu' (1922), 'Con faldas y a lo loco' (1959), '2001: odisea del espacio' (1968), 'Ben Hur' (1959), 'La noche del cazador' (1955), 'Intolerancia' (1916), 'Lawrence de Arabia' (1962) por poner unos pocos ejemplos.
Uno puede haber visto infinidad de cine. Pero si no ha visto películas tan grandes como éstas, films que superan la vida, el paso del tiempo y definen la forma de entender el cine... entonces, aún no ha visto cine. Hoy quiero acercaros uno de esos títulos. Mencionado desde siempre, comentado, criticado, alabado o defenestrado. Utilizado como metáfora, homenajeado desde su estreno, repudiado como sinónimo de academicismo. Es sin duda, uno de los pilares que sustentan el fenómeno del cine tal y como lo entendemos. Al menos, yo así lo entiendo. Espero que esta crítica anime a todos aquellos que todavía no hayan disfrutado de la magia condensada en esta película. Bienvenidos a 'Casablanca'.
No es sólo una historia de amor en blanco y negro, como las jóvenes generaciones la catalogan. Es un viaje hacia la época dorada de Hollywood. A un tiempo donde los estudios dominaban todo (estrellas, proyectos), el llamado "star system" imperaba con mano firme y producía los films de forma casi militar. Artesanos, pues realmente éste es el nombre que podemos dar a estos trabajadores del cine, técnicos, actores y guionistas trabajaban en varios títulos a la vez, lo que prodigaba tanto excelentes resultados como algún batacazo. 'Casablanca' no fue pensada para pasar a la historia. Era una película más, otra realización más en los estudios Warner Bros. Nadie relacionado con ella podía saber que estaban escribiendo una de las páginas más míticas de la historia del celuloide.
Partiendo de una obra de teatro ('Todos van a Rick's' de Murray Burnet), sin éxito y vapuleada por los cajones de los productores, cayó en manos de los Epstein, Julius y Phillip, guionistas entre otras de 'Arsénico por compasión' (1944) y junto a Howard Koch fueron escribiendo sobre la marcha escenas, diálogos y situaciones que modificaron radicalmente el texto original. Las casualidades, el genio y el azar configuraron uno de los guiones más repleto de sobresaltos, censuras y grandes frases. Una acción que nos mueve entre héroes solitarios, mujeres fatales y terribles villanos. Mordaces respuestas a preguntas con doble intención. Personajes que fuman sólo como en esos años se sabía fumar, desprendiendo ironía mientras esconden lágrimas- El más genuino cine negro trasladado a los tiempos de la guerra.
Un enfoque novedoso, el trío amoroso con sorpresa final; unos personajes secundarios que por sí solos crearían una película (enormes Peter Lorre y Sydney Greenstreet), unos estupendos e inolvidables diálogos, dignos herederos de las novelas de Dashiell Hammett o Raymond Chandler; una combinación maravillosa de secuencias que imprimen un ritmo que mezcla lo trágico con lo épico, lo mundano con lo heroico. Todos habremos dicho en alguna ocasión frases sacadas del film (incluso la más famosa que jamás se dice), tenemos como icono de antihéroe canalla y frío a Bogart, que pasó a la inmortalidad con este título. Su estrella era por entonces grande pero a raíz de esta película tocó el cielo.
No sólo Bogart borda un papel hecho a su medida. Ingrid Bergman da la réplica con una calidez que desprende témpanos de hielo sin el menor esfuerzo. Una pareja de cine por siempre. Unida a 'Casablanca'. Todo el rodaje fue una simbiosis de artistas que por causas quizás casuales (aunque su talento es innegable) hicieron surgir de la nada una obra imperecedera. Michael Curtiz, director de más 50 títulos antes del rodaje, con tres nominaciones al Oscar y eficacia demostrada en la entrega de sus films, fue el candidato perfecto para ponerse tras la cámara. Su pulso firme y meticuloso, marca de la casa, resalta a unos personajes que rebosan verdad. Dando relevancia tanto a protagonistas como secundarios, sin dejar cabos sueltos. Hasta llegar a un desaforado final.
Una potente fuente de energía. Positiva aunque trate de un tema tan cruel (el destino de vidas humanas). Completa en todos los recursos que utiliza. Sin fisuras pero con un poso de nostalgia. Una verdadera maravilla que ha soportado el paso de los años. Quizás por su vigorosa historia que guarda, tal vez por la historia de leyendas que rodearon su rodaje. Cada elemento de 'Casablanca' es una acierto. Max Steiner ('Lo que el viento se llevó') recrea con medios tiempos una banda sonora que juega con himnos nacionales del mismo modo que temas populares (la escena del "combate" musical al ritmo de "La marsellesa" es sublime). La fotografía, a cargo de Arthur Edeson ('Doctor Frankenstein', 1931; 'El halcón maltés', 1940) es deudora del empuje que vivía el cine gracias al género del cine negro. Viste de manera sugerente cada rincón del café de Rick, cada rasgo del rostro de Ilsa, cada fotograma.
Sólo por ver las escenas que comparten Bogart y Bergman merece la pena ver 'Casablanca'. Para aquellos que aún no la conozcan, transmitirles la emoción y la energía vital que desprende cada secuencia de este pedazo de historia del cine. Una obra maestra (no tanto a nivel técnico como lo es en su conjunto) que pervive en la memoria de todos nosotros. Aún sin haberla visto, cualquier persona tiene en su mente 'Casablanca' como un referente. ¿Qué tiene 'Casablanca'? ¿Por qué atrae? La respuesta es sencilla y directa: es puro cine. Y con un poco de suerte..."creo que este es el comienzo de una bella amistad".