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    Indiana
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Indiana

    La última cruzada sobrenatural

    por Quim Casas

    Toni Comas, afincado en Estados Unidos desde hace años, ha tardado un tiempo, considerable, el necesario, en dar forma definitiva a su segundo largometraje, rodado en el Medio Oeste americano, en los parajes desolados pero tan magnéticos, sobre todos desde una perspectiva europea, de la América profunda. Pero Indiana no es un relato de gótico sureño, ni un ejercicio de terror o un documento en torno a lo sobrenatural. No es exactamente eso, aunque tiene cosas de todos estos estilos, géneros o formas de encarar la ficción. 

    Comas se acerca al quehacer cotidiano de dos denominados 'spirit doctors', sanadores de almas humanas perturbadas por el contacto con fenómenos paranormales, desde una especie de distancia afectiva que convierte el filme tanto en una variación sobre la variante genérica como un estudio digamos que observacional. No es extraño que las primera imágenes correspondan a distintas personas entrevistadas, en blanco y negro, para que hablen sobre esa relación con las las apariciones sobrenaturales, las mansiones encantadas, los cuerpos poseídos o cualquier fenómeno más allá de la razón, sobre todo cuando no se es creyente ni se bucea en las páginas de la Biblia para salvar lo que quizá es insalvable. 

    Uno de los entrevistados al inicio del filme es un sacerdote, y su comentario marca el tono de lo que es el trabajo de Comas: dice que es importante separar la realidad de lo que muestran las películas de Hollywood (el cura podría añadir lo que muestra Hollywood desde el exitazo de El exorcista de William Friedkin, hace ya 45 años). Comas no hace cine de Hollywood, así que desde los márgenes de una independencia natural, puede observar los temas que cuenta y los personajes que relata sin incurrir en las exageraciones a veces tan surrealistas del cine de las majors, estando, pues, más cerca de la realidad o de la aproximación verista a una realidad que tanto ha servido para filmes realistas como para ejercicios de terror vomitivo. 

    El acercamiento es neutro, que no neutral. Comas crea un relato sobre estos dos expertos en fenómenos paranormales (uno lo había dejado, pero regresa para ayudar al otro en una especie de última y crepuscular cruzada) y muestra tanto aquello que logran como aquello en lo que fracasan, esperanzados a veces, escépticos las demás. A partir de una apariencia genérica bien datada, Indiana realiza un retrato introspectivo sobre esa América profunda en la que aún tienen fuerza las biblias negras, los ritos oscuros de la comunidad, lo que se esconde tras las paredes y el miedo a que el diablo anide en cada uno de sus miembros. Comunidades cerradas, miedos atávicos, personajes singulares entre la cordura y la locura. Una ficción en la que se aprende a observar sin rehuir algunos de los atributos que la modalidad genérica nos depara. 

    A favor: La singularidad de la propuesta y que no haya ni una salida de tono; la presencia casi ausente de Sophie Auster, la hija de Paul Auster. 

    En contra: Que pueda pasar por una película más de posesiones, exorcismos y alardes sobrenaturales.

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