Robert Ames era uno de los agentes del servicio secreto de Estados Unidos con mayor reputación en su país. Ames destacaba por encima del resto por su habilidad para encontrar conexiones entre su servicio de inteligencia y el de Beirut, la ciudad en la que trabajaba. De hecho, este agente tenía una gran relación con Ali Hassan Salameh, también conocido como "El príncipe rojo" que parecía ser suficiente para que la relación entre sus países mejorase considerablemente. Todo cambiaría para siempre el 18 de abril de 1983.