Hay pocas peliculas que te hacen sentir y reflexionar, "Réquiem por un sueño" es una de ellas. Harry Goldfarb es un desorientado joven drogadicto que no tiene problemas en robar la televisión de su madre, viuda y adicta a la televisión, para venderla y comprar droga. Sin embargo, no es el único con problemas con las adicciones, ya que lo acompañan su novia Marion y su mejor amigo Tyrone C. Love, con quienes se desvive en la búsqueda, compra y reventa de drogas. Juntos iniciarán un viaje al infierno del cual no hay regreso. Es sencillamente impresionante la forma en que logra crear una sensación de agobio en el espectador, como si se tratase de escenas de la vida real. El desenlace de acontecimientos que van sucediendo no hace más que reafirmar este sentimiento, cada acción que sucede se clava como puñales dejando unas heridas y cicatrices de las que tardas en recuperar.
Darren Aronosfsky nos regala una brutal cinta basada en la novela homónima de Hubert Selby Jr. Sobre la adicciones y las nefastas consecuencias que éstas pueden traer a las personas que consumen y abusan de ellas. Y cuando decimos adicciones, no nos referimos sólo a las drogas “ilegales” sino también a otro tipo de drogas “legales” como las anfetaminas, las barbitúricos y psicotrópicos, utilizados para calmar la ansiedad, el insominio y otros trastornos psicológicos comunes. De esta forma, estructurada de forma simbólica en tres segmentos y cuatro protagonistas, el director firma un guión cuya mayor virtud es presentar directa y explícitamente las adicciones, con personajes y situaciones que no son expuestas en construcción sino que de manera forma brutal, decadente y hasta sucia, si se permite decirlo así. Los cuatro protagonistas sucumbirán ante sus adicciones, pasando del momentáneo estado de bienestar que éstas les ofrecen, al infierno mismo.
Otro aspecto interesante del film es su técnica plástica. Aronofsky trabaja una interesante variación de ritmo, múltiples movimientos de cámara y diversos ángulos para las tomas, efectos de sonidos y combinación de imágenes, técnica que encuentra en la fotografía de Matthew Libatique el mejor canal visual para ser expuesta ante el espectador, y que cobran una mayor fuerza con la impecable y contundente banda sonora de Clint Mansell. La pieza, de intensos y desgarradores violines, cellos y coros, se ha convertido en sinónimo de dramatismo, adquiriendo tal popularidad que fue reutilizada en otros films. Es notable cómo se introduce la música de forma estudiada para expresar el papel del efecto de la droga como un jinete del apocalipsis en la vida de estos personajes. Poco a poco irá haciendo estragos, como si las notas ligadas de los violines fueran rajando sin piedad la vida y la salud de sus personajes, como lo hacen los efectos devastadores de los estupefacientes.
Las actuaciones son brillantes, El primer pilar interpretativo es Sara Goldfarb, interpretada de manera magistral por Ellen Burstyn, que le valió ser nominada al Oscar a la mejor actriz principal por este papel. Sara es una mujer viuda, cuya adicción a la televisión ha hecho que crea haber sido invitada a su programa de TV favorito. Una extraña llamada del canal que emite el programa la llevarán a desarrollar otra adicción, que es la de consumir indiscriminadamente anfetaminas para controlar la ansiedad por comer, ya que desea utilizar el viejo vestido rojo en ese programa, ése que tanto le gustaba a su difunto marido. La descomposición psicológica y la alteración de la realidad, hace que sea el personaje más impactante y conmovedor, ya que denuncia que las adicciones no necesariamente tienen que ver con drogas ilegales, sino que más peligrosamente con drogas autorizadas por la medicina, que perdiendo control y supervisión pueden resultar tanto o más dañinas. Los diálogos entre Sara y Harry son realmente desgarradores, cuando la mujer le confiesa a su hijo que tras la muerte de su marido y la partida de casa de Harry, adelgazar se ha convertido en el principal motor y razón para seguir viviendo. El segundo pilar es Harry, interpretado correctamente por Jared Leto, un joven desorientado por su adicción a la heroína, que no trabaja ni estudia y cuyo mayor pasatiempo, a parte de drogarse, es microtraficar droga con su gran amigo Tyrone C. Love. Marion Silver, tercer pilar interpretativo, que es interpretada por Jennifer Connelly, una joven pero insatisfecha diseñadora, que se queja del trato afectivo que sus padres le dan, ya que éstos sólo costean su supervivencia independiente. Vive con Harry, al que considera su único pilar emocional, ya que a aparte de proveerle droga, éste es el único que la incentiva en su carrera profesional.
En definitiva, una sólida y cruda película que más sobre las drogas, trata sobre las adicciones de todo tipo y sus nefastas consecuencias, y cuyo mensaje es más bien pragmático y no moralista. Muestra la visión de una realidad cruel, desgarradora, intensa, dura y abrumadora, donde se adentra en el lado más oscuro de las adicciones, factor común que tienen los tres personajes. Consigue mostrarnos una historia que es conocida por todos nosotros desde fuera, incluso desde dentro, pero que difícilmente hemos sentido como hasta ahora. Visión sincera y realista de las debilidades del ser humano que es capaz de dejar a un lado sus valores para conseguir satisfacer sus vicios y adicciones, entrando en un círculo vicioso de autodestrucción que solo busca la satisfacción de los deseos y necesidades destructivas del mismo ser. Es un golpe directo al estómago que te dejará noqueado.