Película que ganó el Gran Premio de Jurado en el Festival de Cannes. Y que quieren que les diga, tiene valores, pero también tiene carencias; como casi todos los proyectos que hacemos. El posicionamiento inicial de la historia es lo que más me ha gustado. Presentar el horror de la guerra y de la maquinaria Nazi para conquistar terrenos en base al terror infligido a los que se le oponían y haciéndolo desde el punto de vista de la banalidad de una vida familiar, me pareció muy brillante. No nos muestra el espanto de lo que sucedió en los campos de concentración, eso ya lo sabemos hasta la saciedad. Dejar que sea nuestra imaginación la que ponga la crueldad de lo sucedido es lo mejor, quizás de las pocas cosas valorables de esta película.
La historia del holocausto está contada desde el interior de una casa, de vida familiar del comandante del campo de concentración de Auschwitz. Y los protagonistas de las acciones son su mujer, sus hijos, su servidumbre, etc. Como ven, es una cruel película de guerra en la que lo menos que vemos son soldados. No me negarán que es un planteamiento, por lo menos, novedoso. El ritmo lento, más lento que el de una cinta normal, refuerza la idea principal de lo tediosos que era la existencia en una casa familiar en la que las actividades más emocionantes del día era cuidar el jardín. Esa ausencia de motivaciones y lo lánguido de esas vidas se refuerza con la parsimonia, rozando la pesadez, de los planos y los pausados movimientos de los personajes. Aun así, he de decir que la película no se me hizo larga. Bueno, es de agradecer que el metraje no se extendió al uso y costumbre del cine actual, quizás porque la historia no daba para más.
Esa es quizás la gran carencia de este film. La idea es muy buena, para mí, genial; pero se queda ahí. Estas todo el tiempo esperando a que pase algo y nunca pasa nada. Estamos ante una narración en la que veremos una concatenación de acciones intrascendentes, como las miles que hacemos nosotros a lo largo del día. Realmente era como en sus propias vidas, nunca pasaba nada. Eso hace que las reuniones sobre crear un nuevo crematorio en el que poder aniquilar a más presos judíos, produzcan un horror que nos ponen en la mente de esos asesinos que estaban convencidos de que, lo importante no era las vidas de la gente, si no la forma en que, con sus muertes, ellos subirían en el escalafón de mando. Eso reproduce esa sensación que tenemos hoy en día de que nada de lo que se hizo en la Alemania Nazi, tuvo sentido moral.
Además, la inclusión de cosas excéntricamente originales fue, seguramente, lo que cautivo a los jurados que la han nominado. Pero que empiece la película con 3 minutos de un fondo negro con una música me parece un snobismo que la aleja del gran público. Casi todos mis amigos que la han visto les ha parecido soporífera. Y claro, ellos no son críticos de cine, son espectadores y, la película, si no vas buscando detalles y te centras en la historia, aburrir… aburre.
Creo que la secuencia final, en el museo, resume con brillantez todo lo que quiere contar en este guión. Con el tiempo, en la actualidad, solo nos queda recordar el horror y el sinsentido de lo que fueron los campos de concentración y con esta película queda claro que no lo hicieron locos demenciados, lo hicieron gente normal como usted o como yo; con sus familias y sus vidas cotidianas.
Otra cosa que destaco es la fotografía. Quizás debería haber estado nominada. No hay grandes recursos que no hayan sido panorámicas y travellings. Como cuando rodamos nuestros cortometrajes. Y, cuando los planos son en el interior de la casa del matrimonio, los picados y contrapicados nos hacen rememorar una visión “voyeurística”, vamos, como si fueran las cámaras de Gran Hermano vigilando todos los movimientos de los habitantes de la casa. Todo con una sensación de vida cotidiana sin alicientes.
Otra sorpresa agradable fue ver a la esposa del protagonista, interpretada por Sandra Hüller. No la conocía y he tenido que ver dos películas suyas en menos de una semana. Le voy a seguir la pista. En las dos ha estado sobresaliente. No olviden que está nominada al Óscar, este año, por su papel de la sospechosa del asesinato de su marido en “Anatomía de una caída”. En cuanto a Glazer, el director, diré que me encantó el planteamiento disruptivo, pero tiene que adaptarse un poco más a lo que el público entiende y las excentricidades se pagan. Por ejemplo, no entendí la secuencia final.
Tampoco veo justificada la nominación al Mejor Guion Adaptado. Esta historia está construida a partir de la novela homónima de Martin Amis. En ella se recoge el amor sentido por un oficial nazi por la esposa de su comandante; cosa que no aparece aquí, por ningún lado. Así que, tramposamente, lo que hizo Glazer es tomarle prestada la idea y tergiversarla a su gusto. Y eso, no es de Óscar, amigos.
Por cierto, como está nominada a la Mejor Película Internacional, compite con la nuestra de J.A. Bayona “La sociedad de la nieve” y no puedo opinar, porque todavía no la he podido ver. Ya me vale.
Más críticas en: https://luisalbertoserrano.wordpress.com/oscars-2024
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