Damiel (Bruno Ganz) y Cassiel (Otto Sander) son dos ángeles que vagan por el Berlín de la posguerra, una ciudad dividida por “el muro de la vergüenza”. A pesar de ser invisibles para los humanos, dan su ayuda y comodidad a todas las almas solitarias y deprimidas que van conociendo. Éstos escuchan los pensamientos de los mortales torturados y tratan de consolarlos, pues han sido testigos de su historia y de la de la ciudad. Aunque Damiel y Cassiel son observadores puros, visibles sólo a los niños y a los hombres de corazón puro, son incapaces de cualquier interacción física con nuestro mundo. Damiel se encuentra infeliz con su estado de inmortalidad después de enamorarse de una bella trapecista llamada Marion (Solveig Dommartin) y desea convertirse en humano para poder experimentar la vida. También descubrirá que él no es el único que ha hecho este cambio y que una experiencia puramente espiritual no es suficiente para satisfacer a nadie. Una estrella de cine (Peter Falk), que ha llegado a Berlín para hacer una película sobre el pasado nazi de Berlín, le ayudará en la transformación, explicándole las alegrías más básicas de la experiencia humana, como la sublime combinación de café y cigarrillos.
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