¡Qué ganas tenía de ver la continuación de la maravillosa “La noche de Halloween” (2018)!
Tras un prólogo en el que se rinde homenaje, de manera muy efectiva dicho sea de paso, a los sucesos originales de los que nació toda esta locura remontándonos a 1978 y a modo de flashbacks, la película comienza justo donde terminó la primera parte, y el espectador está buscando volver a ver a Michael Myers en mejor estado de forma que nunca.
La trama toca temas realmente interesantes y valientes como el adoctrinamiento, cómo pueden las masas ser manipuladas, la falta de criterio propio y la venganza como búsqueda de una paz interna que no es fácil de conseguir.
Ojo a la secuencia donde Myers definitivamente regresa. David Gordon Green vuelve a dirigir con maestría y solvencia, y es en esa secuencia de la que hablo precisamente en la que el director se vale de planos muy icónicos que podrían recordar al mismísimo infierno (no es para menos). Épico es quedarse corto.
A partir de ahí disfrutaremos de una nueva masacre del señor Myers, donde las muertes a menudo son brutales y bastante imaginativas. ¡Qué barbaridad!
Sin hacer ningún tipo de spoiler, la escena con la pareja del principio es descomunalmente cruel, lenta y salvaje. Y deja claro lo que presenciaremos a partir de entonces. Un auténtico deleite para los amantes del cine gore.
Esta secuela supera a su predecesora en violencia, casquería, en sangre, en ensañamiento y en número de muertes (eso es decir mucho). “Halloween kills” tiene el honor de ser hasta la fecha la película de toda la saga más salvaje y explícita con diferencia.
Una de las cosas que más valoro es la valentía del director por entregar ni más ni menos lo que debe de ser una entrega de Halloween, lo que el espectador quiere ver. Sin entretenerse en minucias ni dramas forzados.
Eso si, las pinceladas a temas profundos como los que he nombrado al principio de esta reseña ahí están. Parecen sutiles pero en realidad no lo son tanto y están muy presentes.
Jamie Lee Curtis por otro lado aquí pasa a un segundo plano, donde interviene poco excepto en algún diálogo bueno que hace las veces de enlace o puente para avanzar en la trama. Esto deja el protagonismo absoluto a Michael. Pero es entendible desde el punto de vista del estado en el que quedó en la anterior película. Espero que se esté reservando para “Halloween Ends”.
El resto de secundarios están fundamentalmente para ser carne picada en manos de nuestro amigo Michael, pero está bien, es lo que queremos ver.
La BSO vuelve a ponerte los pelos de punta en más de una ocasión.
Por último debo hablar del final. Muy bueno también. Cuando todo parece llegar a un punto, resulta que no. Y entendemos el por qué gracias al apoyo de la voz en off de Laurie Strode. Y los últimos cinco minutos dejan claro quién manda en esta franquicia. Genial película y continuación. La espera hacia el desenlace definitivo se hará larga.