Un espectáculo adrenalínico que mantiene muy alto el listón de la saga
por Tomás AndrésHan pasado décadas desde que Tom Cruise se pusiese a las órdenes de Brian de Palma en aquella adaptación libre de la popular serie de los años 60, titulada Misión: Imposible. Y, aunque el título Misión: Imposible - Sentencia Mortal (Parte Uno) puede resultar algo enrevesado y cansado de pronunciar, la película en sí es cualquier cosa menos eso: sus casi tres horas de duración pasan volando debido a lo trepidante de lo que vemos en pantalla, y la tensión -añadida a la emoción- de su metraje. Tras el rotundo éxito de Mission: Imposible - Fallout de 2018, parecía casi imposible que el tándem Cruise y McQuarrie se superaran a sí mismos. Pero lo han logarado: ya que la acción de esta secuela está a otro nivel. Estamos ante un espectáculo adrenalínico que mantiene muy alto el listón de la franquicia.
El filme nos da un producto formidable, que contiene algunos momentos dignos del salón de la fama del cine de acción, al tiempo que se las arreglan para arraigar su argumento a la mitología central de la saga. Además, da la sensación de que el director y su coguionista Erik Jendresen han tenido la previsión de sacar los puntos de la trama de las noticias del mañana: ya que en esta ocasión Ethan Hunt (Cruise) y su equipo hacen frente a una inteligencia artificial a la que llaman 'La Entidad'. Un tema que no podría estar más de rabiosa actualidad, otro punto a favor para esta secuela. El clímax final ofrece al público un cierre suficiente como para valerse por sí misma, pero también una potente razón de peso para esperar que la última entrega sea una maravilla.