Un 'Black lives matters' entre la alta tensión y el letargo
por Alejandro G.CalvoJudas y el mesías negro debería haber sido el Infiltrado en el KKKlan de este año -es la película que representa a modo de metáfora nada obvia el movimiento “Black Lives Matters” del año pasado-, pasando por delante de las otras dos que sonaban como posibles candidatas: Da 5 Bloods de Spike Lee y Una noche en Miami... de Regina King.
En Judas y el mesías negro se cuenta la historia real de Bill O’Neill (Stanfield), un ratero de poca monta y escasos principios morales, que se infiltra en los Panteras Negras de la mano del FBI para controlar a uno de sus líderes: Fred Hampton (Kaluuya), con funestas consecuencias.
A medio camino entre el policíaco y el cine político-social, la película de Shaka King-director del que no controlo demasiado- bascula entre momentos de alta tensión -el tiroteo en la sede del movimiento- y el letargo algo melifluo de sus down tempo dramáticos. Y aún así ha logrado seis nominaciones a los Oscar.
De nuevo, una película que nos habla del pasado para hablarnos del presente, no sin caer en la caricatura -ese Martin Sheen como J. Edgar Hoover-, y donde lo mejor acaba siendo el estilismo cooler than life de los Panteras Negras y sus dos intérpretes principales, aunque para la academia, ambos sean únicamente “actores de reparto”.