"El Experimento" es un interesante y desgarrador drama psicológico, basado en hechos reales y ópera prima del joven director alemán Oliver Hirschbiegel. Un grupo de 20 voluntarios concurren voluntariamente a un experimento psicosocial que simula una cárcel, siendo divididos por guardias y reclusos. Después de un inicio monitoreado, poco a poco el experimento se saldrá de control cuando los primeros se tomen demasiado en serio su rol y amenacen la vida de los demás, en una impensada espiral de violencia. El realizador alemán nominado al Oscar Oliver Hirschbiegel, sorprendió a comienzos de siglo con esta dura y tensional radiografía al comportamiento humano en situaciones extremas de cautiverio, basado en la novela “The Black Box” (1999) de su compatriota Mario Giordano, a su vez basado en el legendario experimento de la cárcel de Standford de 1971, en donde un grupo de investigadores liderado por Philip Zimbardo de la Universidad de Standford reclutó a un grupo de voluntarios para desempeñarse en roles de guardias y reclusos en una prisión ficticia. El polémico experimento fue cancelado durante la primera semana ya que los prisioneros sufrieron (y aceptaron) un tratamiento sádico y humillante de los guardias, manifestando crisis de pánico, angustia y otros graves trastornos emocionales. El guión de Don Bohlinger y Christopher Darnstadt consigue construir una interesante y creíble trama sobre un grupo de 20 voluntarios deseosos (y necesitados) de obtener USD 2000 en un ejercicio experimental supuestamente seguro y controlado por sus desarrolladores, que poco a poco se va convirtiendo en una pesadilla dentro de un clima asfixiante, agobiante y claustrofóbica, que termina irremediablemente mal.
No obstante, la habilidad de Hirschbiegel está principalmente en saber darle una opresiva atmósfera y un ritmo sostenido e in crescendo al film, con un realismo bastante eficiente, sobre a partir de la premisa de que los protagonistas son personas tan normales como cualquier espectador. La perspectiva inicial de la trama se desarrolla desde la visión del taxista de origen árabe Tarek Fahd, quien responde al anuncio en el periódico sobre voluntarios para el experimento, quedando seleccionado (supuestamente al azar) en el grupo de "reclusos", que son ocho, además de los "guardias" que son los otros doce. Lo que Hirschbiegel hace que el espectador se pregunte de buenas a primeras el qué sucede cuando se le otorga cierto poder a una persona en condiciones en donde se proporciona una ideología legitimadora y el apoyo de una institución. No es de extrañar que la cinta sea de interés para la Psicología Social y Conductual, en gran medida porque aborda de forma bastante explícita y clara los alcances de conceptos como autoridad y poder, la primera como el reflejo de una figura asociada a una norma de conducta que debe ser respetada y seguida, y la segunda como la relación de causa y efecto, que se ejerce de modo forzado generalmente, entre aquel legitimado por el aparato ideológico y el que acepta su funcionalidad. En ello, también vale la pena mencionar la desintegración de la identidad, reflejado en el reemplazo de los nombres de los voluntarios por números, lo que se ve fuertemente influenciado evidentemente con los abusos que comienzan a sucederse.
Por supuesto que hay una serie de cuestiones filosóficas involucradas respecto a la ética de realizar un experimento como éste, las decisiones y direcciones que termina por adoptar así como los límites mismos hasta donde se puede sólo observar y no intervenir. En la película, entonces, tras los primeros días de relativa tranquilidad y desarrollo, los guardias comenzarán a volverse más conscientes de su poder y ante la falta de muestras de ella, presionan más en separar a los reclusos para disminuir su poder grupal, castigos relacionados con la comida y el aseo personal, hasta situaciones más extremas como la humillación y encierro en cajas negras. Conforme avanza la violencia de sus actos, el científico encargado del experimento se muestra más fascinado por las extremas conductas de sus protagonistas, decidiendo seguir adelante porque según él todavía todo está bajo control. Un elemento narrativo que puede causar extrañeza (bajo mi punto de vista, lo negativo del film) es la subtrama romántica que el director introduce entre Tarek y Dora, que según como se vea puede parecer tan forzada e inverosímil como tan anecdótica y espontánea como la trama principal. Se conocen, pasan una noche juntos y luego ella en lugar de irse a Canadá, sin saber prácticamente nada él, prefiere esperarlo y visitarlo al centro donde se realiza el experimento, dando la oportunidad para que todo termine por salirse de control, al preguntar por él. Por otro lado, la música estuvo a cargo de Alexander Bubenheim, aportando decididamente a crear una atmósfera claustrofóbica y opresiva con una música minimalista con toques de suspenso, que ciertamente es mayor mérito para el fotógrafo Rainer Klausmann, que saca el mejor provecho del set convertido en cárcel, haciendo rodar la cámara como si tratase de un reality show por momentos, pero sin perder la perspectiva tanto del recluso como del guardia.
Sin embargo, el gran acierto del director es transmitir la asfixiante sensación de claustrofobia, una sensación que se agudiza hasta poder cortarse con un cuchillo, ayudado por el escenario donde se desarrolla el examen. El ritmo y la tensión son muy buenas manteniéndote atrapado en la historia, una historia que transmite veracidad, sientes que es real, cuando a alguien le dan un uniforme se transforma en un ser altivo y déspota. Otro elemento que también es digno de destacar, es lo que provoca la continua reflexión en el espectador y al mismo tiempo le mantiene en una constante tensión que no decae en ningún momento. Las reacciones de las diferentes personalidades unidas para el experimento, te hacen sacar terribles conclusiones sobre la directa relación existente entre sentimientos como frustración, mediocridad, inseguridad en si mismo y la tendencia al abuso de poder y crueldad sobre el indefenso prójimo. En el fondo Hitler o Himmler no eran más que unos frustrados y mediocres bichos raros que abusaron del poder que se les fue otorgado. Poco a poco los uniformes se van apoderando de los carceleros, mientras que los prisioneros cada vez se van pareciendo más a detenidos de campos de concentración nazi, rapados, desnudos y privados de su dignidad. Todo bajo la no tan atenta mirada de los responsables del experimento, tan fríos y calculadores como los son los científicos con los ratones de laboratorio.
Las actuaciones son excelentes, siendo los pilares Moritz Bleibtreu y Justus von Dohnányi, como Tarek y Berus, respectivamente. El primero expone un personaje con cierta arrogancia que paulatinamente se ve presionado y humillado por los voluntarios que asumieron el rol de guardias y que finalmente logra recuperar la confianza en sí mismo en un extraño incidente en que sale desde una caja negra en donde fue encerrado por sí solo, mientras que el segundo es decididamente el punto más alto del reparto, al encarnar a un esquizofrénico hombre sencillo y tranquilo que se va conviertiendo en un verdadero monstruo psicópata, encabezando las humillaciones y vejaciones de los guardias a los reclusos. Completan el reparto Christian Berkel como Steinhoff, principal aliado de Tarek en el motín en la cárcel. Edgar Selge encarna al Dr. Klaus Thon. Mientras que por los secundarios femeninos tenemos a Maren Eggert como Dora y Andrea Sawatzki que interpreta a la Dra. Jutta Grimm.
En definitiva, interesante y desgarrador drama psicológico, magnífico debut de Oliver Hirschbiegel, sacando el mejor partido a su falta de experiencia ya que regala una historia contada con frescura, gran ritmo y dureza visual. Una película que deja demasiado en que pensar, que logra dar al espectador una visión diferente sobre su propia realidad, buena, precisa y contundente, que satisface en distintas escalas y que logra generar esa intriga por el cine a través de sus escenas crudas que muestran la realidad.
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