2001: Una odisea del espacio (1968) es al mismo tiempo la mejor película de ciencia ficción de la historia y la gran obra maestra de Stanley Kubrick. Una cinta que ha influenciado a incontables cineastas, desde George Lucas (Star Wars, 1977), hasta Ridley Scott (Blade Runner, 1982) y Christopher Nolan (Interstellar, 2014). Coescrita por Arthur C. Clarke y por el propio Kubrick, se trata además de una película que otorgó seriedad al cine de ciencia ficción, que en aquel entonces era considerado como un género menor.
Con unos efectos especiales asombrosos para la época, cuesta creer que esta película se haya estrenado en 1968. Asimismo, cabe destacar el realismo inusitado con el que está hecho la cinta. Por ejemplo, y a diferencia de otros films de ciencia ficción, las naves espaciales que aparecen en 2001: Una odisea del espacio no emiten sonido (al igual que en la vida real, ya que el sonido no puede propagarse por el vacío). Lo que sí escucha el espectador es la magnífica música que acompaña a la película. Como banda sonora del film se utilizaron obras de música clásica tan icónicas como El Danubio Azul de Johann Strauss y Así habló Zarathustra de Richard Strauss. Esto también era algo inusual en la época, ya que la gran mayoría de las bandas sonoras eran originales y estaban compuestas expresamente para las películas.
Algo que ha caracterizado siempre a Stanley Kubrick es su perfeccionismo casi enfermizo. La puesta en escena de sus obras es siempre milimétrica y cada plano está cuidado hasta el más mínimo detalle. 2001: Una odisea del espacio no es una excepción y se trata quizás del film que mejor refleja la obsesiva búsqueda de Kubrick de la perfección técnica. Visualmente apabullante, es una película que apenas cuenta con diálogo. Numerosas secuencias del film en las que no se pronuncia ni una sola palabra están deliberadamente alargadas, llegando incluso a generar una ansiedad en el espectador. Además, el ritmo de la película es tremendamente pausado, lo que hace que no sea apta para todo el mundo. Otro detalle a tener en cuenta es el uso continuo que hace Stanley Kubrick de la simetría en el encuadre a lo largo de la cinta.
Pero si la puesta en escena de 2001: Una odisea del espacio resulta desconcertante para el espectador, más lo es su críptico argumento, el cual es de libre interpretación y ha sido analizado de forma exhaustiva por múltiples autores y críticos cinematográficos. Sin desvelar ningún detalle de la trama, su final desde luego no deja indiferente a nadie. La premisa argumental de la película fue sumamente rompedora en su época y sigue vigente a día de hoy. El origen de la raza humana, la amenaza que pueden llegar a suponer las inteligencias artificiales y el destino final del hombre son solamente algunos de los temas que trata el film.
Con momentos tan icónicos como la elipsis del hueso-espacio, las apariciones de los monolitos y toda la trama de HAL-9000, 2001: Una odisea del espacio ha pasado a formar parte del imaginario colectivo. Una de esas películas por las que no pasa el tiempo y que se sitúa como una de las cumbres del séptimo arte.