El rodaje de Gogo supuso un riesgo para el director Pascal Plisson, ya que nadie quería contratar un seguro para una mujer de 94 años en una pequeña aldea africana.
Gogo se rodó en una región en la que dominan tres lenguas: el kalendjin, la lengua tribal; el suajili, la lengua de África oriental e inglés.
Pascal Plisson conoció la historia para desarrollar este documental cuando un amigo cercano que vive en Nairobi leyó un artículo en un periódico local sobre Gogo.